En algunos municipios están desviando a los caminantes para que no pasen por los cascos urbanos. | Por: RED HUMANITARIA
Se ven igual que cuando huyeron de la crisis de su país, con apenas una maleta de ropa a cuestas, sin abrigos y con niños en brazos. Los migrantes venezolanos emprendieron de nuevo el peligroso viaje a pie por el páramo de Berlín, esta vez retornando a la frontera en peores condiciones debido a la pandemia del covid-19.
Las administraciones municipales los han trasladado en transportes por tramos. Pero muchos de ellos continúan caminando, arriesgando su vida en estas elevadas montañas de más de 2.800 metros sobre el nivel del mar, y cuyas temperaturas pueden bajar los cuatro grados. Este viaje que puede resultar fatídico, tal como lo padeció a mediados de febrero una familia de migrantes con el fallecimiento de un bebé en pleno tránsito por el páramo.
Más de 60 caminantes que partieron de Bogotá hace unos días llegaron a Bucaramanga este domingo. Allí las autoridades junto con la Policía los montaron en varios autobuses que fueron detenidos en el sector La Laguna, en pleno páramo de Berlín.
Ya no hay nadie que les tienda la mano. La mayoría de los albergues que les brindaban alimentos y cobijo fueron obligados a cerrar a principios del mes de marzo para evitar la propagación del virus.
“En esa zona tan helada, los venezolanos durmieron en los autobuses, habían mujeres y niños, todos aguantando frío y sin comida”, lamentó Vanessa Peláez, a cargo de uno de los refugios en la vía.
En la vía Cocuya (Pamplona) el albergue Fundar de La Red Humanitaria ofrece un plato de comida a los caminantes que pasan el páramo. |®Red Humanitaria
Funcionarios de la Personería de Pamplona entrevistan a los migrantes que se trasladan en los autobuses. |®Red Humanitaria
Otra situación que se presenta es que la administración de Pamplona no quiere dejar ingresar a ningún caminante venezolano por el casco urbano, ni albergarlos en el coliseo ni en el estadio.
La Red Humanitaria, a través de una de sus voceras, Juana Rico, expresó su preocupación frente al drama que viven de nuevo los migrantes que retornan caminando a la ciudad de Cúcuta. “Agradecemos que los trasladen en autobuses, pero todavía falta articulación para permitir que lleguen de forma segura a la frontera, considerando que ahora se ven expuestos a contagiarse de covid-19, y que no hay las condiciones de seguridad ni humanitarias, ni de salud en la vía”.
Rico reiteró su intranquilidad por la situación que se presentó con los autobuses detenidos en el páramo de Berlín. “Permanecieron allí toda la noche. No sabemos cuáles fueron los argumentos para que la Policía los detuviera hasta que a las 4:30 de la mañana continuaron su trayecto hasta Pamplona. Lo que sí nos preocupa son las bajas temperatura, un riesgo muy grande en esa zona, sobre todo por las enfermedades respiratorias en plena pandemia. Esta es una de las partes más altas del páramo y con las peores condiciones climáticas”, denunció.
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Retornar caminando es un desafío aún mayor. En algunos municipios están desviando a los caminantes para que no pasen por los cascos urbanos, como en el caso de Pamplona, lo que significa caminar mayores distancias y por sitios donde no pueden abastecerse, hidratarse o pedir ayuda.
En Bucaramanga solo se ve una carpa humanitaria de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), con personal que brinda un bolso con tapabocas, antibacterial, agua y una ración de comida.
Jhony Bernal, de la Personería ubicada en la jurisdicción de Pamplona, ha sido testigo de las condiciones de vulnerabilidad en las que retornan los venezolanos por esta ruta.
“Muchos de ellos vienen caminando desde Ecuador y de varias ciudades de Colombia. Algunos pasan hasta dos días sin comer, con niños pequeños y en mal estado de salud que se pueden ver agravadas por las terribles condiciones meteorológicas del páramo de Berlín, y ellos ni cobijas llevan”.
Desde que inició este retorno masivo, Bernal ha estado de comisión trabajando de la mano con La Red Humanitaria, la OIM, Cruz Roja Internacional y el Banco de Alimentos. La Policía le informa cuántos venezolanos van caminando y cuántos se trasladan en autobuses bajo permisos humanitarios, por lo que estima que a la semana transiten aproximadamente 1.000 en transporte y unos 700 a pie.
Este funcionario de la Personería aseguró que los migrantes no han cometido ningún delito y por lo tanto tienen derecho a retornar a su país de origen. “Por eso, inevitablemente ellos van a seguir este tránsito, en las condiciones que sea y más ahora que quedaron sin trabajo. No se les puede detener, lamentablemente en muchos municipios los están tratando muy mal, los detienen durante horas sin darles un vaso de agua o un plato de comida. En Berlín ha sido muy difícil porque les colocan barricadas, no dejan pasar a los venezolanos”.
Bernal sostuvo que este fenómeno de movilización no solo se está presentando con la población venezolana, sino con los colombianos vulnerables en medio de la pandemia del covid-19, que se están trasladando a otras ciudades del país para que sus familiares los ayuden.
Mientras tanto, se siguen viendo más caminantes subiendo estas montañas. Tendrán que desafiar no solo la pandemia del covid-19 sino la furia del páramo para llegar a la frontera.
El Ministerio de Salud anunció que con las vacunas de Pfizer inmunizarán a esta población vulnerable, independientemente de su condición migratoria.