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¿Guaidó retendrá la presidencia de la Asamblea Nacional?

 ¿Guaidó retendrá la presidencia de la Asamblea Nacional?

Gaby Arellano votará este domingo desde el exilio, condición que comparte con al menos 30 diputados. | Por: ARCHIVO PARTICULAR




Por: Alejandro Rivera @alejo_riveram

enero 03 de 2020

La Asamblea Nacional en Venezuela está integrada por 167 diputados quienes son los encargados de elegir a los miembros de la junta directiva: presidente, dos vicepresidentes y presidentes de las comisiones que conforman este organismo legislativo. Este domingo, 5 de enero, tendrá lugar este proceso electoral en medio de una tensa situación dentro de la oposición y un panorama previo que se ha caracterizado por la persecución y las estrategias del gobierno de Nicolás Maduro para incidir en los resultados.

Esta jornada supone el reinicio de actividades en el Parlamento luego de la época navideña y será el último año del actual período constitucional. En ese sentido, además, se espera que los más de 30 diputados en el exilio puedan votar. 

“El exilio es reinventarse día a día, te cambia la vida. Los primeros días son muy difíciles porque quedas en la calle, sin casa, sin familia, en tierra desconocida. Cuando yo llegué a Colombia no había diputados en exilio y fue un proceso complejo”, comenta Gaby Arellano, diputada por la frontera Táchira y quien hace parte de la Asamblea Nacional. Desde Colombia, y agradecida con el país que la acogió cuando salió de su natal Venezuela, señala que es parte de los más de 35 diputados exiliados, refugiados en embajadas o secuestrados en los calabozos, sobre los que se tiene registro actualmente

Su trabajo como diputada y sus ganas de contribuir a la mejora de las condiciones de los venezolanos no se detuvieron con el exilio. Se ha encargado de visibilizar el drama de los refugiados, las mafias de las fronteras y la necesidad de un corredor comunitario. Sin embargo, el voto para las elecciones de este domingo es un derecho que reclama. Pese a que el Tribunal Supremo de Justicia declaró nula la reforma del reglamento interior de debate aprobada por el parlamento, y que permitía el voto virtual, los diputados en el exilio se reunirán para participar en el proceso de elección.

“Tengo el derecho. Estaremos reunidos los diputados exiliados desde mañana 4 de enero en Madrid, Washington y Bogotá, y hasta el 6, para todo el proceso de la elección de la junta directiva y comisiones de la Asamblea en este, nuestro último periodo constitucional. Este derecho de poder votar vía electrónica este año se origina por la alta persecución de diputados este 2019”, señala Gaby Arellano.

Pero el voto de los diputados exiliados es tan solo una arista que compone el panorama previo al proceso electoral que se llevará a cabo en Venezuela. Por esta razón, Proyecto Migración Venezuela habló con Ronal Rodríguez, politólogo, internacionalista, mágister en Ciencia Política e investigador del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, para hablar sobre la situación de la oposición, la “Operación Alacrán” -que buscó supuestamente sobornar a diputados para que no voten a favor de Guaidó- y la posibilidad o no de que este sea reelegido como presidente de la Asamblea Nacional

 

 

Cortesía: Ronal Rodríguez

Proyecto Migración Venezuela: ¿qué está en juego en la elección de la junta directiva de la Asamblea Nacional de este domingo?

 

Ronal Rodríguez: Lo que está en juego es cómo se distribuyen los cargos. Según el pacto que se había hecho inicialmente, el primer periodo le correspondía a Acción Democrática, el segundo a Primero Justicia, el tercero a Nuevo Tiempo y el cuarto fue el de Voluntad Popular. Este quinto periodo, recordemos que en el caso venezolano los periodos no son de cuatro sino de cinco años, este periodo le correspondería a partidos pequeños de la oposición.

No obstante por la misma figura de Guaidó, la oposición quiere una reelección. Ahí se presenta un debate, porque si ellos no logran la presidencia que se les había prometido inicialmente, muy seguramente tratarán de compensar con algunas presidencias en Comisiones. Así que lo que se define es básicamente la organización del legislativo.

 

P.M.V.: ¿Cómo describiría la situación de la oposición en este momento previo a la elección del domingo?

 

R.R.: La situación de la oposición es bastante compleja. Si bien el 2019 fue un año que inició con una serie de expectativas y posibilidades bastante importantes, sobre todo de cooperación y ayuda internacional, en este momento dependen de la reelección de Juan Guaidó para extender un poco más el tiempo. Pero aún así eso no garantiza que sea un proceso fácil, porque en este 2020 también se debe llevar a cabo la elección de la nueva Asamblea Nacional, así que al ser un año electoral, las complejidades crecen y la figura de Guaidó se ha ido desdibujando.

 

El liderazgo oculto de Leopoldo López ha molestado a muchos sectores, lo que pasó en abril son heridas que todavía no se cierran. La fractura que hay, por ejemplo, entre Acción Democrática y Voluntad Popular, al igual que entre Primero Justicia y Voluntad Popular pesan bastante. No es un buen momento, y hay líderes de la oposición que tienen una postura más radical, como en el caso de María Corina. Y este es el último año en el que, si lograsen la reelección, aún así no tienen perspectivas más allá. Lo vuelve bastante difícil. 

 

En cuanto al tema internacional, hay unos países que, si bien han reconocido a Guaidó como presidente encargado de la transición, nunca dejaron de reconocer a Nicolás Maduro. Entonces se mantuvo la presencia diplomática, los servicios consulares y la dinámica de la relación unilateral con el gobierno de Maduro. Son pocos los que han pasado esa línea, como lo es el caso de Colombia, Estados Unidos y otros que fueron parte del Grupo de Lima. Pero en este mismo momento el Grupo está pasando por una transformación, así que no hay nada certero en el corto plazo, y la dinámica de la oposición dependerá, por un lado, de ese factor internacional, es decir, de cómo logra mantener cohesionadas las posiciones que han adquirido. Aunque el tema de la corrupción los está afectando de forma muy fuerte.

 

P.M.V.: ¿Es cierto que desde el gobierno venezolano se está llevando a cabo la “Operación Alacrán” para sobornar diputados?

 

R.R.: En efecto, el gobierno venezolano está haciendo una dinámica muy a lo narcotraficante: “o plomo, o plata”. Textualmente a varios de los líderes de la oposición dentro de la Asamblea Nacional les han ofrecido plata, y los que no aceptan la plata los amenazan. Ponen incluso a sus familias y a su círculo más cercano como objeto de esas amenazas. Varios diputados han visto cómo el gobierno actúa en esa dinámica de delincuente, lo cual es muy preocupante porque estamos hablando finalmente de un Estado. La situación en la que viven muchos miembros de la Asamblea Nacional es particular. En Venezuela hay un debate dentro de la misma oposición, tanto de los que están dentro como fuera del país, porque algunos creen que los que están fuera viven una especie de “exilio dorado”. Yo conozco varios líderes de la oposición y sé que muchos de ellos no están en este exilio. 

 

De hecho, muchos de ellos están pasando problemas económicos bastante fuertes. Porque una cosa es salir de Venezuela y pensar que regresará pronto, y otra cosa es  volver a empezar, entendiendo que ellos son asambleístas y que no van a poder cambiar su posición, sino que van a tener que mantenerse laboralmente congelados, porque en el momento en que acepten otro trabajo podrán ser acusados de tener otro tipo de fuente de empleo, y ahí hay unas cuestiones reglamentarias y técnicas que lo hacen bastante difíciles para ellos. Entonces los que están al interior obviamente son más proclives a caer en este tipo de operación. Y habrá que ver cómo va a funcionar con un gobierno que poco a poco ha generado unos canales de diálogo con algunos líderes de la oposición y que está dispuesto a comprar para legitimarse internacionalmente, sobre todo con Rusia. Ha pugnado con el diálogo pero con la oposición colaboracionista, arrodillada, dispuesta a recibir dinero para cambiar la imagen internacional del régimen.  

 

P.M.V.: ¿Se tiene un balance del número de diputados que han sido perseguidos en Venezuela últimamente?

 

R.R.: En este momento hablamos más o menos de 30 diputados, pero las cifras son complejas porque muchos de ellos han tenido que salir por distintas razones: porque están amenazados, por cuestiones personales, por enfermedades que no han podido ser tratadas. Y obviamente, habrá que ver cómo se suman y restan los números de diputados votantes. El objetivo del gobierno es sancionar la mayor cantidad de opositores y líderes de la Asamblea, e incluso a aquellos que tienen que cumplir las bases vacantes en aquellos casos que se requiere.

 

Con el regreso del Chavismo, también hay unos números que hay que tener en cuenta, porque si bien una parte de ellos regresó, otra parte no lo hizo. Entonces esas vacantes también las puede contar la oposición. Entonces ahí hay un juego de sumas y restas que determinarán cuántos realmente del oficialismo estarían y cuántos de ellos tendrían posibilidad de votar, y si sus números podrían llegar a sumar, no para tomar la presidencia, pero sí para alterar los números de las distintas comisiones.


 

P.M.V:¿Qué pasa con el voto de aquellos diputados que se encuentran exiliados? A pesar de que el parlamento aprobó la reforma del reglamento interior de debate que permitía el voto virtual, el Tribunal Supremo de Justicia lo declaró nulo el 19 de diciembre de 2019.

 

R.R.: El voto en el exilio es una estrategia que ha planteado la oposición, en efecto el Tribunal Supremo de Justicia dice que no es válido, pero incluso todo este proceso desde un inicio ha tenido ese problema de dualidad. Cuando uno mira la asunción de Juan Guaidó, y los decretos que le dieron la posibilidad de ser el presidente encargado de la transición, no hay ninguna de las posibilidades que señale un proceso de elección fraudulento. De hecho, esto es parte del juego en Venezuela. En este momento hay dos tribunales, 2 asambleas y 2 presidentes. Cada uno dice tener la razón y la legitimidad. 

 

P.M.V.: Luego de que en el 2019, Juan Guaidó se declarara presidente interino de Venezuela, ¿cómo percibe su imagen actualmente?

 

R.R.: Hoy la figura está fuertemente golpeada. En una primera parte dio la esperanza a los venezolanos de un cambio, el problema es que prometió un cambio relativamente rápido y esa promesa no se pudo cumplir. Una de las particularidades es que después de los casos de corrupción que se develaron en los últimos meses, se puso en entredicho la forma en que se ejercía el poder por parte del gobierno encargado de la transición. Llama la atención, por ejemplo, que el canciller encargado, que es Julio Borges, no tuviese noticia de cuándo fue retirado Calderón Berti, sino hasta que salió por los medios de comunicación. Lo que quiere decir que, a pesar de que quieren fingir que son un gobierno, realmente no logran materializar su comportamiento como tal. Allí está su mayor debilidad. En el caso de Colombia, es particular que tenga toda la relación rota con Venezuela, no solo en el ámbito diplomático, sino consular.

 

P.M.V.: ¿Qué pasaría si en un caso hipotético, Juan Guaidó no fuera reelegido? ¿Qué implicaría para Venezuela?

 

R.R.: Hay una posibilidad, no es alta pero sí la hay. El gobierno está jugando sus cartas de una forma muy fuerte. La idea es socavar la legitimidad de la oposición. Digamos que si Guaidó fuera elegido, pero no lograra hacerlo por una abundante mayoría, y con un respaldo de los diferentes factores de oposición, eso afectaría la imagen internacional, más en un año que es electoral, o que teóricamente tendría que serlo. Puede que Guaidó pueda ser reelegido, pero su figura ya está golpeada. No sé si la oposición sea capaz de reinventar un nuevo liderazgo, ahí está en verdad el reto. Tendría que ser una figura que cohesione a los factores moderados, pero también a los radicales de una oposición que en este momento se ha quedado sin un norte real de transformación de Venezuela, y en una situación internacional que le es favorable al régimen de Nicolás Maduro. 

 

El contexto internacional, los cambios que hemos vivido en América Latina, lo que está sucediendo con Irán, la expansión de Turquía por el Mediterráneo, hacen que el régimen de Maduro tenga el oxígeno suficiente, y que países como Colombia, que tienen serios problemas en su relación con Venezuela, no logren estructurar un plan de largo plazo para la construcción de la relación de los dos países. Sobre todo en un año en el que se espera que la migración crezca, se calcula que aumentará un 36% este año, y que van a llegar más o menos a los 2’222.000 ciudadanos venezolanos en territorio colombiano, sin contar a los retornados, ya que no se ha establecido una dinámica clara de conteo.






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