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Hombre volvió su casa único comedor humanitario de Ibagué

Hombre volvió su casa único comedor humanitario de Ibagué

Desde 2018 Javier Henao junto a su esposa brindan alimentación en el sector Buenos Aires. | Por: CORTESÍA JAVIER HENAO




Por: Rafael David Sulbarán @rafaeldsulbaran

enero 29 de 2021

En un largo mesón de madera, y desde hace poco más de dos años, Javier Henao Moreno sirve todos los días platos de comida para decenas de familias venezolanas que llegan a Ibagué (Tolima) buscando un nuevo rumbo. En el corregimiento de Buenos Aires, Javier junto a su esposa Jackeline, han acondicionado parte de su casa que se convierte en un comedor, el único que atiende a personas migrantes en la capital tolimense.

 

“Un día vi llegar unas 35 personas venezolanas que se bajaron de una tractomula, todos venían hambrientos, cansados, con los zapatos rotos y poca ropa. Yo tenía algunas cositas en casa y les preparé comida. Desde allí no ha dejado de venir gente”, expresó Javier. Eso fue en agosto de 2018 y dos años después se ha convertido en un punto de referencia casi obligado para los caminantes que llegan.

 

Unos van sin saber exactamente donde están, ya que toman aventones desde Cúcuta sin conocer dónde los van a dejar. Por eso Javier muchas veces los recibe, les da comida, ropa, zapatos y les ubica, dándole información de cómo poder tomar la vía hacia otras ciudades. En ocasiones les ayuda a conseguir contactos para un trabajo allí en Ibagué.

 

Nadie brinda un servicio como el de la familia Henao en la capital tolimense. “Antes funcionaba un comedor de la cruz Roja pero eso cerró. Algunas otras iniciativas se acabaron por falta de presupuesto”, dijo el samaritano.

 

Esa falta de recursos también ha afectado su actividad. Ya no tienen tanta comida como hace dos años y necesita una nueva cocina, ya que el fogón que tiene ya cumplió su función. Son muchas las cosas que se requieren, le gustaría poder atender mejor a los migrantes. Para lograr eso es importante la ayuda gubernamental o de organizaciones humanitarias. “Por ahora necesitamos una mesa nueva, sillas, muchas sillas y un nuevo fogón o una cocina nueva para poder preparar más cómo los alimentos”, añadió.

 

En promedio atiende entre 25 y 40 personas diariamente, a las cuales se les brinda almuerzo o cena. Javier y Jackeline son apoyados por organizaciones, algunos vecinos o empresarios de la ciudad, pero siempre falta más.

 

“La cruz Roja me donó un cargamento de comida, pero eso ya se me agotó. Con la llegada de la pandemia, muchas de las ayudas dejaron de presentarse”. Por esta razón han tenido que recurrir a la buena voluntad de los vecinos y de su propio bolsillo para no fallar el sustento.

 

A Ibagué arriban muchas familias que en su mayoría van de tránsito hacia otras ciudades del país o que tienen como destino Ecuador, Perú y hasta Chile. El departamento del Tolima está entre las 15 regiones del país con menos migrantes venezolanos, registrando una población 10.159 venezolanos según el último informe presentado por Migración Colombia.

 

A pesar de no tener intenciones de quedarse, muchos venezolanos pasan días en las calles de la ciudad esperando reunir unos pesos para continuar su camino. Allí la labor de los Henao se vuelve más grande, ya que la casa se ha convertido en un sitio donde se encuentran, se alimentan y reúnen fuerzas para seguir su viaje.

 

“Una vez una pareja de médicos viajaba con un militar que desertó. Cuando comían comenzaron a llorar porque era la primera vez que probaban un bocado en horas y se lamentaban que siendo unos profesionales tuvieran que pasar por esto. Unas semanas después me escribieron que se encontraban bien, ya en Ecuador”, dijo Javier.

 

En un estacionamiento ayudando a desembarcar camiones de carga, Javier ha trabajado por los últimos 18 años. Con mucho empeño se le brinda los estudios universitarios a su joven hija. Con ese mismo empuje se desvive por la atención humanitaria en su casa. “Esto se ha convertido en mi mejor trabajo”, comentó.

 

A los Henao les gustaría tener una casa más grande o mayor espacio para brindar albergue a los migrantes, que al menos pasen la noche bajo techo y no anden en la calle. “Mi única misión es poder ayudarles, todos somos seres humanos y necesitamos de atención sobre todo cuando somos vulnerables, cuando no tenemos ni para comer. Por eso acá siempre van a conseguir una mano amiga”, sentenció Javier.

 

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En ocasiones no alcanzan las sillas y los caminantes deben comer en el suelo, afuera de la casa. (Foto/Cortesía Javier Henao). 






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