El canciller peruano, Néstor Popolizio, habla durante la rueda de prensa del Grupo de Lima el pasado viernes 4 de enero. | Por: CORTESÍA CANCILLERÍA
Este viernes, trece países americanos, que conforman el Grupo de Lima, afirmaron que no reconocen la legitimidad del nuevo periodo presidencial de Nicolás Maduro (2019-2025), fechado para iniciar el próximo 10 de enero, en un nuevo esfuerzo regional por aumentar la presión internacional en contra del mandatario venezolano.
Como era de esperarse, el gobierno venezolano respondió con un comunicado en el que reitera que Maduro asumirá la presidencia y acusa a los países de incitar un golpe de estado bajo la influencia de Estados Unidos.
Al escenario se sumó la declaración de Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional, quien luego de juramentarse en el cargo este sábado, también declaró ilegítimo su mandato y llamó a convocar nuevas elecciones.
El anuncio del Grupo de Lima no es una sorpresa porque desde que se creó el bloque en agosto de 2017 los países miembro han expresado reiteradamente su rechazo al gobierno venezolano al considerar que pone en peligro la estabilidad en la región. En mayo del año pasado Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Guyana, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú y Santa Lucía desconocieron el proceso electoral que llevó a la reelección de líder venezolano.
Los líderes de la región han dejado claro que les preocupa la crisis política y económica en Venezuela. Según cálculos de la ONU, los países de América Latina y el Caribe albergan a aproximadamente 2,4 millones de personas refugiadas y migrantes de Venezuela, mientras que otras regiones albergan a los restantes 600.000. Sin embargo, se estima que son muchos más.
Un grupo de migrantes cruzan la frontera con Venezuela en el Puente Internacional Simón Bolívar, en Villa del Rosario (Norte de Santander). | César García
Pero el desconocimiento público y cohesionado al nuevo ciclo presidencial de Nicolás Maduro de parte de los países más importantes de América Latina es un hecho contundente que sienta un precedente en la historia de las relaciones diplomáticas de la región y marca el inicio de un gobierno debilitado.
Desde Proyecto Migración Venezuela presentamos las siguientes datos para entender qué ha sucedido y cuáles podrían ser las repercusiones de este pronunciamiento:
¿Qué tan importante es la posición del Grupo de Lima?
Esta instancia multilateral se ha convertido en el principal escenario para que los países de la región tomen decisiones diplomáticas conjuntas frente a Venezuela y la crisis que ha generado el éxodo de sus habitantes.
Surgió el 8 de agosto de 2017 como iniciativa del gobierno peruano luego de que el Gobierno de Maduro convocara las elecciones del 30 de julio de 2017 para elegir una Asamblea Nacional Constituyente, sin la participación de la oposición.
En la Declaración de Lima, el primer documento del bloque diplomático, ya habían condenado “la ruptura del orden democrático” y la “violación sistemática de derechos humanos” en Venezuela y su respaldo a los esfuerzos internos que lleven al “restablecimiento de la democracia en el país”.
Entre los catorce países que conforman el grupo están los mayores receptores de la migración venezolana que es hoy el segundo fenómeno migratorio más grande del mundo: Colombia, Perú, Argentina, Chile y Brasil.
¿Qué implica que desconozca la legitimidad del gobierno de Maduro?
La declaración firmada por 13 de los 14 de los estados miembro este viernes aumenta la presión internacional en torno al mandato de Maduro. Además, que trece países del continente no reconozcan el nuevo período presidencial del mandatario venezolano, sin duda, es un duro golpe para un líder que asumirá el cargo en medio de una crisis política y económica que tiene al país al borde del colapso.
“Esta declaración tiene un mensaje político contundente, el principal es el no reconocimiento de la legitimidad del nuevo régimen venezolano”, dijo el canciller peruano, Néstor Popolizio, durante la rueda de prensa.
Al anuncio del Grupo de Lima se sumó el pronunciamiento de la recién instalada Junta Directiva de la Asamblea Nacional que también calificó como ilegítimo el nuevo período presidencial de Maduro este sábado. “Es el pronunciamiento de la única institución legítima (electa por el pueblo en elecciones reconocidas internacionalmente) hoy en día en Venezuela. Es decir, la única reconocida por la mayoría de los gobiernos democráticos del mundo. De ahí su peso”, explica Félix Seijas, analista venezolano y profesor de la Universidad Central de Venezuela y director de la firma de investigación estadística Delphos.
Los cancilleres acordaron algunas acciones con las que buscan materializar su pronunciamiento y que son las más contundentes que ha tomado el Grupo de Lima hasta ahora. Acordaron evitar que funcionarios del gobierno entren a sus países y prevenir su acceso al sistema financiero. Para esto, proponen “elaborar listas de personas naturales y jurídicas con las que entidades financieras y bancarias de sus países no deberán operar”. Además, suspenderán cualquier cooperación militar con Venezuela y evaluarán los permisos de sobrevuelos de naves de las fuerzas armadas chavistas.
Pero más allá de estas medidas, el documento del Grupo de Lima no tiene consecuencias tangibles a tan solo un par de días del inicio del nuevo período presidencial de Maduro. “En términos prácticos, seguirá ahí consolidando ese poder, aunque sin estabilidad económica y social”, dice Seijas, quien afirma que el gobierno venezolano ya está sufriendo las consecuencias de la falta de legitimidad desde hace un año. “Por ejemplo, el más importante, problemas para acceder a recursos a través de préstamos. A partir del 10 de enero esto debe recrudecer. Los obstáculos diplomáticos serán mayores. ¿Lo puede sortear? Quizás, pero están ahí”, .
Sin duda, el aislamiento del mandatario venezolano en la región ha aumentado. En diciembre, los países pertenecientes a la Comunidad del Caribe (CARICOM) se distanciaron de Venezuela al tomar partido en una disputa territorial de este país con Guyana. Este era un valioso frente de apoyo que consolidó Chávez como parte de su proyecto político internacional.
Hoy, Nicolás Maduro cuenta con el respaldo de otros países como Bolivia -quien saludó al gobierno mexicano no adherirse a la declaración del Grupo de Lima-, y de potencias cercanas a su ideología como China y Rusia. Y con el más importante: el de su círculo cercano. “Mientras Maduro cuente con el respaldo militar no es previsible que haya un cambio de gobierno en Venezuela”, dice Julio Londoño Paredes, profesor de la facultad de ciencias políticas, gobierno relaciones internacionales de la Universidad del Rosario.
Para Colette Capriles, politóloga venezolana y profesora de la Universidad Simón Bolívar, “la cuestión es si esta iniciativa del Grupo de Lima puede articularse con otras presiones internacionales, como parece ser la intención, a través de sanciones selectivas y personales, para disuadir a miembros del gobierno de Maduro a continuar apoyándolo”.
Nicolás Maduro en el despacho presidencial el pasado mes de diciembre. | FRANCISCO BATISTA / AFP
¿Qué pasó con México?
El canciller mexicano, Marcelo Ebrard, no viajó a Lima para participar en la reunión que se llevó a cabo este viernes y fue el único representante de los países miembro que no firmó la declaración.
Esta posición muestra un giro en la relación de México con Venezuela que ya se anticipaba desde el acto de posesión de Andrés Manuel López Obrador al que asistió Nicolás Maduro. Además, es un retorno a la tradicional postura de los gobiernos mexicanos a no intervenir en los asuntos internos de otros países. Ebrard aseguró al diario español El País que el gobierno mexicano “coincide” en la preocupación que la crisis política de Venezuela ha generado en la región. “Pero no coincidimos en las medidas”, dijo a este medio.
Pero mientras México ajustó su posición, el hecho de que el representante del gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro en Brasil haya adherido al mensaje del bloque demuestra que Venezuela perdió a un defensor cercano. Durante los mandatos de Dilma Rousseff Brasil se había se pronunciado a favor de la no intervención en los asuntos internos del país.
Ahora, ¿cómo está la relación entre Colombia y Venezuela?
Las relaciones bilaterales entre ambos países se han enfriado desde el inicio del gobierno del presidente Iván Duque quien ha insistido en cercar diplomáticamente al país vecino.
El año pasado, Duque confirmó que durante su mandato no nombrará embajador en Caracas y Colombia formó parte del grupo de nueve países que denunciaron a Venezuela ante la Corte Penal Internacional. Esta semana, antes de la reunión en Lima, Duque había pedido a los “países defensores de la democracia” que desconocieran la nueva administración de Maduro.
Perú había propuesto que los países del Grupo rompan relaciones con Venezuela hace un mes. Pero en el Grupo de Lima aún no hay consenso en torno a este punto. Por eso, en el comunicado piden a cada país “reevaluar el estado o nivel de sus relaciones diplomáticas con Venezuela, en función del restablecimiento de la democracia y el orden constitucional en ese país”.
Pese a que Colombia ha endurecido el discurso hacia Venezuela, no ha dado señales de que se llegue al punto de romper las relaciones bilaterales. Varios expertos han señalado que en el contexto actual el país debe mantener abiertas las vías de comunicación con Caracas.
Luego de la reunión, el canciller Carlos Holmes Trujillo dijo que el mensaje del Grupo de Lima “es un gran paso colectivo, con el fin de crear condiciones que permitan que el hermano pueblo de Venezuela pueda vivir nuevamente en democracia y libertad”.
¿Y Estados Unidos?
Estados Unidos está interesado en lograr que otros países del continente asuman posiciones más duras contra Venezuela. Con la llegada al poder del ultraderechista Jair Bolsonaro en Brasil, el gobierno estadounidense ganó un importante aliado para impulsar este fin en la región.
Durante la semana, el Secretario de estado de EEUU, Mike Pompeo, manifestó su interés de participar de la reunión del Grupo de Lima por vía telefónica como una muestra clara de la creciente presión frente al tema. En septiembre, durante la asamblea general de la ONU, Donald Trump catalogó la situación en Venezuela como una “tragedia humana”. “Todas las naciones del mundo deben resistir el socialismo y la miseria que trae a todos. En ese espíritu, pedimos a las naciones reunidas aquí que se unan a nosotros en el llamado a la restauración de la democracia en Venezuela”, dijo Trump.
Estas declaraciones se dieron luego de que el periódico estadounidense The New York Times revelara que Trump habría mantenido una serie de reuniones con militares venezolanos que tenían como eje central un golpe de Estado.
Venezuela ha denunciado que desde Estados Unidos estaría planeando intervenir militarmente en el país con el fin de quedarse con sus grandes reservas de petróleo.
Al final del encuentro del Grupo de Lima, el canciller venezolano, Jorge Arreaza, escribió desde su cuenta de Twitter: “Lo que hemos afirmando desde la creación de este grupo de gobiernos cartelizados contra Venezuela, al que en teoría no pertenece el gobierno de EEUU: se reúnen para recibir ordenes de @realDonaldTrump por intermedio de @SecPompeo. ¡Vaya muestra de humillante subordinación!”.
Pero hasta ahora las declaraciones de Estados Unidos en contra del gobierno de Maduro forman parte de la errática política exterior por la que se ha caracterizado el gobierno Trump. Las posibilidades de una intervención militar o la prohibición de la importación de crudo venezolano -de la que también se ha hablado- parecen poco realistas pues cuentan con detractores dentro de la propia administración. Como señala la politóloga e internacionalista Laura Gil, “aún no se ha encontrado la fórmula para una transción democrática en Venezuela”.
Especialistas consultados por el Proyecto Migración Venezuela consideran que, más allá del anuncio de la inminente reanudación de relaciones binacionales formales, en la práctica no será tan fácil ni rápido, y que los ciudadanos de ambos países deben ser pacientes.