Desde que Colombia cerró sus fronteras el 14 de marzo, unas 69.000 personas han retornado a Venezuela, según la autoridad migratoria. | Por: MIGRANTES VENEZOLANOS
Más de 15 días durmiendo a la intemperie tienen 500 migrantes venezolanos a orillas de la autopista norte, de Bogotá, con la esperanza de que los ayuden a retornar a su país en los corredores humanitarios. El campamento fue creciendo con la instalación de cambuches, construidos con bolsas plásticas para protegerse del sol y la lluvia.
"Aquí estamos viviendo quienes no tenemos medios para subsistir en el confinamiento, pero tampoco podemos devolvernos a nuestro país por las restricciones de movilidad y el cierre de fronteras", explicó a la AFP Eduardo Hernández, uno de los líderes del grupo.
En época de lluvias en la fría capital colombiana, los remedos de carpas con suelos de cartón amanecen mojados. Todos temen un brote de la covid-19, ante la imposibilidad de cumplir el distanciamiento social sugerido por la Organización Mundial de la Salud para impedir el contagio.
"Lo más difícil es ver a personas de la tercera edad, mujeres con embarazo de alto riesgo, niños recién nacidos llorando porque de verdad el clima es insoportable, la inhumanidad que hay allí es muy fuerte", lamenta Hernández. "Es algo preocupante (...) porque está en riesgo la vida de todos los que estamos allí", agrega este comerciante de 34 años, padre de tres hijos.
Efecto dominó
Como unos cinco millones de venezolanos desde 2015, Hernández huyó de la crisis económica en la otrora potencia petrolera. En Bogotá trabajaba en una fábrica de empanadas que surtía a universidades, pero fue despedido junto con otros colegas por el cese de actividades escolares que lo privó de ingresos.
Entonces comenzó el viacrucis. Por no poder pagar la renta y los servicios fue desalojado del apartamento que compartía con ocho personas en el centro de la ciudad. "El desalojo fue pacífico. A diferencia de (lo que ocurrió con) otros hermanos venezolanos que cuando salieron a la calle para alimentarse, (les cambiaron) las cerraduras, o les tumbaron sus cosas", reconoce.
Decidido, emprendió el camino con sus familiares y conocidos, a la espera de un bus que nunca llegó. Y así instaló el primer refugio improvisado al lado de la autopista norte.
Con los días llegaron más personas y se fueron organizando. Instalaron un centro de acopio para distribuir las donaciones de organizaciones y de particulares que les permiten sobrevivir y desinfectar el lugar.
El pasado miércoles, voluntarios del Consejo Noruego de Refugiados se acercaron hasta el lugar para brindarles asistencia humanitaria. En una evaluacción preliminar atendieron a 484 personas: 170 mujeres, 167 hombres, 52 niños, 73 niñas, 16 adultos mayores y seis mujeres embarazadas. Hasta este viernes iban más de 500 venezolanos varados en ese espacio público. Para Hernández el refugio es una bomba de tiempo, y por los momentos no se vislumbra una solución porque los corredores humanitarios en los autobuses están paralizados, a raíz del represamiento de venezolanos que están retornando por la frontera de Norte de Santander.
* Con información de AFP
Las atenciones dirigidas a los migrantes venezolanos en Colombia se continúan realizando para que estos puedan acceder a diferentes servicios relacionados con su vida laboral, educativa y demás.