Trabajar para que los niños migrantes venezolanos vivan un proceso de adaptación muy juicioso, es clave para su desarrollo emocional, psicológico, afectivo y familiar | Por: GUILLERMO TORRES | SEMANA
La empresa social aeioTú, en alianza con la Fundación Hilton, lidera un proyecto para que los pequeños recién llegados a Colombia se sientan acogidos y enfrenten el proceso de adaptación, en compañía de sus familias, de una manera sencilla.
La ternura de sus caras es la excusa perfecta para apostar por ellos y por su futuro. Luego de enfrentar la dura salida de su entorno natal, los niños migrantes venezolanos tienen una mano amiga para acariciar sus almas.
El Proyecto “Andar, Crecer y Jugar” busca darles un espaldarazo a 750 niños, 650 familias y 60 educadores en Soacha, Cundinamarca, en Cartagena y Santa Marta para que su adaptación a las comunidades de acogida sea apacible y amable.
La idea es liderar un proceso cohesión social para que la discriminación desaparezca, generando lazos que fortalezcan el tejido social y permita que el proceso de acogida de la población en movimiento sea rápido y eficiente, a través de la empatía.
“Entendiendo la situación en la cual están y ayudándoles en su proceso de reconciliación con todo lo que están viviendo; lo que hacemos es un intercambio de conocimiento para que juntos podamos llegar a una transformación del mismo ecosistema que los acoja, y donde se sientan parte de él”, asegura Pavlova Olaya, Directora de Consultorías y Proyectos de aeioTU
En la práctica, se trata de hacer evaluaciones iniciales, con mediciones e informes, con trabajo en campo para generar condiciones dignas y cómodas para los niños y sus familias, y especialmente entre las madres y mujeres que sirven como formadoras.
«Que mujeres y líderes educativas puedan empoderarse y desarrollar todo el potencial que tienen, para acompañar también todos estos procesos de orientación a los niños y posteriormente puedan emprender».
Pavlova Olaya, Directora de Consultorías y Proyectos de aeioTU.
Ana
La apuesta es por resignificar el entorno para encontrar elementos de aprendizaje de su entorno sin afectar toda la cultura propia y de lo que traen como memoria desde su país. Así sucede, por ejemplo, con mujeres lideresas educativas que adelantan varios proyectos muy singulares y visibles.
“Por ejemplo plasman su historia a través del tejido de unos tapetes que hicieron en conjunto con la comunidad en donde cuentan su historia, que es visible para esa comunidad, y en donde ellas se sienten reconocidas como personas, como mujeres que hacen parte de todo este entorno”, asegura Pavlova Olaya.
Si quiere obtener más información sobre el proyecto puede encontrarla en el siguiente enlace.
La Alcaldía de Bogotá, en articulación con USAID, ofrece una jornada de orientación y acceso a trámites en la localidad de Ciudad Bolívar, para la población migrante venezolana y retornados colombianos, este 18 de febrero.