El proyecto de formación es el resultado del trabajo colaborativo entre DignifAI y Comparte por una vida Colombia. | Por: COMPARTE POR UNA VIDA COLOMBIA
Un grupo de emprendedores está capacitando a población venezolana en etiquetado de datos para modelos de inteligencia artificial.
Parte clave de la integración de la población migrante venezolana en Colombia es el acceso a oportunidades laborales en la formalidad. Por eso, con el propósito de usar la tecnología para incrementar el potencial de inclusión laboral de migrantes venezolanos y colombianos retornados, DignifAI y Comparte por una vida Colombia trabajan conjuntamente para formar a esta población en habilidades digitales y etiquetado de datos para modelos de inteligencia artificial.
El proyecto piloto usa el campo de la inteligencia artificial para generar empleo para jóvenes y madres cabeza de familia entre los 18 y los 55 años. Tras capacitarse en el área de tecnología y en otras habilidades blandas útiles para el proceso de integración laboral, estas personas son contratadas formalmente como anotadores para el etiquetado en bases de datos de texto, audio, imágenes y video.
La iniciativa, que arrancó en el último cuatrimestre del 2020, opera en Villa del Rosario, uno de los municipios con mayor flujo migratorio en la zona de frontera por el departamento de Norte de Santander. A la fecha, al menos 20 personas entre migrantes venezolanos y colombianos retornados se han beneficiado directamente.
“Dentro de los diferentes pasos de la cadena de desarrollo para un software, hemos identificado que en esta cadena hay pasos muy específicos que requieren de trabajo humano para la clasificación de grandes cantidades de datos que después se usan para entrenar el algoritmo de la inteligencia artificial. Nosotros como empresa lo que hacemos es aprovechar esa oportunidad, facilitar el acercamiento a las empresas que necesitan servicios de entrenamiento supervisado de data y así generamos oportunidades de empleo en el sector tecnológico para esta población vulnerable”, explica Enrique García, managing partner de DignifAI.
El programa trabaja de la mano de Comparte por una vida Colombia, encargada de la selección de los beneficiarios de esta iniciativa. Esta es una ONG dedicada a mitigar la desnutrición de niños y adolescentes provenientes de Venezuela y a garantizar su permanencia en las aulas de clase.
De acuerdo con Lala Lovera, directora de la organización, este programa permite a los jóvenes y familias continuar con sus estudios para formarse en temas actuales y “evitar repetir ese ciclo vicioso que es la inestabilidad y la informalidad”.
“Luego de graduarse del colegio, la mayoría de estos jóvenes no tienen la oportunidad de continuar en un trabajo formal. Con esta iniciativa encontramos una forma de darle continuidad a nuestro trabajo con los niños y jóvenes dándoles una oportunidad para que se capaciten en un ejercicio que, además, les ayuda a generar ingresos”, señala Lovera sobre el proyecto piloto que está en busca de nuevos aliados para una nueva versión.
El proyecto trabaja con jovenes desde los 18 años y madres cabeza de familia de hasta 55 años //Comparte por una vida Colombia
Para Louis Valentín Huérfano, un joven venezolano de 19 años, hacer parte de este programa de formación y acceder a un empleo como anotador digital fue clave en su proceso de integración. “Esto facilita la adaptación y ayuda a hacer conciencia de que somos iguales y tenemos una misma meta que es conseguir un trabajo, tener una estabilidad. No ese estigma de que nosotros venimos aquí a robarles o hacerles el mal”, dice.
Pese a que DignifAI es una empresa emergente, consolidada hace menos de tres años, la apuesta por capacitar a población vulnerable sin formación previa en tecnología, programación e inteligencia artificial obedece a la convicción de que el sector privado también debe poner de su parte para la integración socioeconómica de los migrantes, refugiados y retornados.
“Creemos fielmente que el sector privado debe tener una responsabilidad y que no sólo es la empresa grande, sino también los mismos emprendedores. Queremos que este proyecto sea una bandera para motivar a otros emprendedores a entender que sí se puede tener un impacto social, operar en una región tan vulnerable como la frontera y, a la misma vez, ser comercialmente viables”, concluye García.
Ya lograron más de 35 mil sonrisas que no se marchitan y que consiguieron las herramientas para seguir echando raíces en un país que vive orgulloso de tenderles la mano.