‘Cultura sin fronteras’ promueve las expresiones artísticas llaneras y enseña a los niños a tocar instrumentos como el cuatro y la bandola. | Por: CORPORACIÓN CULTURAL CORCUMA
El gusto por la música llanera y la pasión por ayudar a los otros fueron las motivaciones que llevaron a Publio González, fundador de la Corporación Corcuma, a crear ‘Cultura sin fronteras’, una iniciativa que en torno al joropo, el cuatro, el arpa y la bandola reúne a niños, niñas y adolescentes de Colombia y Venezuela para tender puentes y prevenir la discriminación hacia la población migrante que ha llegado al departamento de Arauca.
La estrategia de integración binacional fue creada en 2019 y es financiada desde agosto del 2020 por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Semana a semana, abre sus puertas para recibir a cerca de 122 menores colombianos y venezolanos que encuentran en las clases de baile y música una forma de entretenerse y aprender a convivir en medio de las diferencias.
Para Alan Silva de 11 años, y quien llegó a Colombia en el 2016 proveniente de Venezuela, aprender de un baile típico como el joropo e iniciarse con instrumentos musicales como el cuatro y el arpa ha sido una experiencia nueva y divertida que le ha servido para conocer más de la cultura del lugar que ha sido su casa por los últimos años. Le ha servido, además, para acercarse a otros niños de su edad que, como él, comparten el gusto por el folclor del llano.
Los niños, que acuden a las clases de tres a cuatro veces por semana, además reciben atención psicosocial / Coporación Cultural Corcuma
De acuerdo con el profesor Publio González, la cultura ha sido el puente ideal para atender a estos niños en condiciones de vulnerabilidad, principalmente porque “en medio del juego, el arte y el aprendizaje, los niños no distinguen de nacionalidad”. Además, para González, el éxito del proyecto se debe también a que “Colombia y Venezuela son países hermanos, divididos por un río, pero que viven prácticamente con las mismas costumbres y tradiciones, entre ellas el folclor llanero”.
‘Cultura sin fronteras’ funciona en los municipios de Tame y Arauca capital. Allí no solo promueven las expresiones artísticas de la cultura llanera sino que también brindan a los niños un acompañamiento psicosocial, actividades de deporte y recreación, talleres de competencias ciudadanas y servicio de refrigerio. Con estas actividades buscan facilitar el proceso de inclusión en la sociedad y educar a los pequeños y jóvenes para prevenir la xenofobia.
Jhan Carlos Pérez, papá de Jeampier -otro de los menores que hace parte de la Corporación Corcuma- sostuvo que el acompañamiento de los profesores ha sido clave para que su hijo no corra riesgos en la calle, sea más responsable y se concentre en sus actividades escolares.
Aunque la estrategia solo estará financiada por recursos de cooperación internacional hasta abril de este año, el director de la Corporación señaló que seguirá trabajando con el respaldo del sector privado y otros proyectos de cofinanciación. “Queremos continuar con la enseñanza de nuestros niños y, de paso, ayudar a los venezolanos tan afectados por el desplazamiento de su país”, concluyó González.
La Universidad Johns Hopkins y la Corporación Red Somos, con el apoyo del Ministerio de Salud de Colombia y Onusida, abordó la situación de salud de la población venezolana migrante en el país.