Con la ayuda de la cooperación internacional, Alas Para Soñar se convirtió en ejemplo de empatía para sus paisanos venezolanos. | Por: CORTESÍA ALAS PARA SOÑAR
Con los mismos sueños y los mismos miedos de miles de migrantes que los precedieron desde Venezuela, este grupo de quijotes entendió que el amor no tiene límites cuando se trata de ayudar a los hermanos en dificultades.
Como todos, sintieron que el mundo se les vino encima; como todos sintieron el miedo metido en los huesos, pero, como lo han hecho muy pocos, decidieron que su destino lo labrarían ellos mismos, con esas mismas manos que tantas veces secaron sus lágrimas.
Su gran mérito no consiste sólo en haber seguido adelante, sino en entender muy pronto que la receta para poder ayudar a otros en la misma condición requería de un ingrediente que escasea: el orden.
De nada valdrían las ganas si no lograban organizar sus procesos. Por eso, desde que nació, Alas Para Soñar implementó formas muy puntuales de ayudar a sus beneficiarios, sobre la base de que la escucha efectiva sería el pilar del éxito.
Haber conocido de primera mano qué se siente migrar en condiciones tan extremas les permitió entender qué tipo de asistencias, ayudas y procesos requería cada persona venezolana que tocó a su puerta. Allí estuvo la clave.
Pero no se limitaron a eso, sino a trabajar las fibras íntimas de cada migrante para transformarlo en un protagonista de su propio empoderamiento; por eso dicen con orgullo que no les dieron la mano, sino que les enseñaron a fraguar su camino.
Cada vez que dictaron un taller, cada vez que organizaron una jornada para asesoría jurídica o de regularización, cada vez que apoyaron un emprendimiento, sembraron la semilla que se convirtió en un árbol frondoso, sinónimo de prosperidad para todos.
Esa actitud constante de servicio no sólo inspiró a decenas de sus beneficiarios para ayudar, sino que logró que la cooperación internacional les diera un espaldarazo para seguir adelante y extender la ayuda a quienes todavía siguen llegando a Colombia.
Salud, educación, emprendimiento, en fin; este espacio se quedaría corto para contar qué hacen por aquellos que una vez sintieron que el suyo sería un vuelo frustrado pero que hoy estrenan orgullosamente nuevas alas para soñar.
La Universidad Johns Hopkins y la Corporación Red Somos, con el apoyo del Ministerio de Salud de Colombia y Onusida, abordó la situación de salud de la población venezolana migrante en el país.
