El viaje desde su tierra hacia Colombia es, según expertos, el primer gran reto de salud mental para las personas venezolanas | Por: DANIEL REINA - SEMANA
La reciente revelación de que muchas personas venezolanas que arribaron del vecino país decidieron acabar con sus vidas, disparó las alarmas en torno a la situación de su estabilidad emocional, psicológica y espiritual. El panorama es poco alentador.
Para los expertos es claro que el primer escenario que pone a prueba el espíritu de miles de migrantes no es sólo la decisión de salir de su país, sino el penoso viaje que deben enfrentar en medio de la incertidumbre de lo que pasará con ellos, y cómo podrán sobrevivir al desconocido.
“Muchas veces se hace caminando o acudiendo a medios de transporte muy precarios que hacen que el proceso migratorio se vuelva sumamente agotador. Dentro de ese proceso, la atención en salud mental es nula o muy limitada y queda supeditada al servicio gratuito que puedan prestarles organizaciones de apoyo psicosocial”, asegura Daniella Monroy, investigadora asociada del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario.
Para la académica, es claro que, una vez llegan a Colombia, la lucha de las personas venezolanas es por sobrevivir y no por evaluar su estado mental ni psicológico. El desafío de llegar, adaptarse e integrarse es prioritario; y a eso se le suma que en nuestro país no existe plena conciencia de que los quebrantos de salud mental son una epidemia silenciosa.
“En Colombia, la salud mental es para los más privilegiados. Adicionalmente, el circulo de pobreza en el que pueden envolverse los migrantes y sus familias por escasas oportunidades laborales o por tener empleo informal, puede ser un motivo para que se deteriore su bienestar emocional, psicológico y social”, asegura.
Ahora bien, una de las mayores ventajas de las personas venezolanas es su resiliencia y su capacidad de adaptarse al cambio. Por eso, los migrantes que llegaron en la primera gran ola tienen un camino recorrido para ayudar a quienes hasta ahora arribaron a nuestro país
“Esto le permite desarrollar un arraigo mayor, tener más oportunidades laborales y estabilidad, desempeñarse mejor en su nuevo lugar de residencia. Ante la ausencia de estas posibilidades, el migrante puede sentir incertidumbre e impotencia de realizar un proyecto de vida, lo que puede aumentar el sentimiento de pérdida característico del duelo migratorio”, explica Monroy.
Por otro, y pese al colosal esfuerzo que ha hecho el Estado colombiano para brindarles plena atención en salud a las personas venezolanas, las características de una migración tan grande y tan particular demanda, según los expertos, tener una radiografía más amplia de lo que pasa con la atención psicológica.
“Es importante tener en cuenta esas referencias para que el Ministerio de Salud se ocupe de extraer estadísticas y diagnósticos sobre la salud mental de los migrantes”, reitera la experta, quien agrega que, por esto días, “en la etapa de integración de la migración venezolana en la que se encuentra el país, la salud mental y el acceso a atenciones psicológicas y psiquiátricas para extranjeros deben ser contempladas dentro del derecho a la salud”.
La Universidad Johns Hopkins y la Corporación Red Somos, con el apoyo del Ministerio de Salud de Colombia y Onusida, abordó la situación de salud de la población venezolana migrante en el país.