Jesús Mavárez es un doctor en ecología que emigró a Francia por la crisis de Venezuela. Desde hace más de 12 años realiza investigaciones en los páramos de Colombia. | Por: CORTESÍA JESÚS MAVÁREZ
Como si se tratara de una galería fotográfica, Jesús Mavárez conserva intacta las impresiones que desde niño le causaban el relieve de las montañas, la exuberancia de los bosques y el frío de los páramos cuando viajaba con su familia desde la calurosa ciudad de Cabimas hasta los estados Mérida y Trujillo, en Venezuela. Allí nació esa pasión que lo llevó a convertirse en biólogo y que años más tarde lo motivó científicamente a estudiar los organismos en los páramos de tres países.
Su periplo en la ciencia lo inició investigando sobre caracoles, mariposas y peces. En los últimos años, Mavárez centró sus investigaciones en la flora autóctona de la cordillera andina de Venezuela, Ecuador y Colombia. Y en este último, encontró dos de sus tesoros científicos más preciados: dos nuevas especies de frailejones.
El hallazgo de estas dos plantas ocurrió en agosto de 2019 en los páramos del departamento de Boyacá, durante una expedición con varios estudiantes y colegas colombianos de la Universidad Nacional de Colombia. La primera especie la encontraron entre los pueblos de Tota y Pesca, literalmente a orillas de la carretera: un descubrimiento sorpresivo en un páramo afectado por incendios frecuentes.
De inmediato se dieron cuenta de que era un frailejón único, diferente a todos los otros conocidos para Colombia: un tronco ramificado a nivel del suelo, en el que cada rama termina en una roseta de hojas. La llamaron Espeletia ramosa y su descripción científica fue publicada en diciembre de 2019.
Los frailejones son vitales para el páramo, ya que contribuyen significativamente a la absorción y regulación del agua en este ecosistema. Estas ‘máquinas de agua’, según un informe del Instituto Humboldt, son las principales proveedoras de agua para ciudades como Medellín y Bogotá, lugares en los que se estima que el 65% de la demanda total del líquido proviene de los páramos Belmira y Chingaza, respectivamente.
"Descubrir una especie nueva es la culminación de un esfuerzo muy grande. Da muchísima satisfacción porque estamos consiguiendo algo que nunca nadie ha visto o conoce", dice Mavárez al Proyecto Migración Venezuela desde Francia, donde está radicado actualmente trabajando como investigador del Laboratorio de Ecología Alpina del Centre National de la Recherche Scientifique y la Universidad Grenoble Alpes.
"En el caso de los frailejones la satisfacción se multiplica porque son plantas muy importantes y emblemáticas de los páramos, tanto que sus imágenes han aparecido en billetes de Venezuela y Colombia", añade el profesional venezolano.
En Colombia se conocen por ahora alrededor de 90 especies de frailejones. La mayoría de estas plantas crecen como una roseta con un tronco único, aunque algunas especies se ramifican ocasionalmente. "Estas últimas se supone que son relativamente primitivas y probablemente representan los ancestros de todos los frailejones. Espeletia ramosa es el único frailejón de Colombia con crecimiento frecuentemente ramificado, de allí la importancia de su descubrimiento", destaca.
La segunda planta hallada por el biólogo venezolano tiene características similares a otros frailejones de Colombia. Por eso el estudio de su comprobación como nueva especie se demoró más, pues había que demostrar que es una planta diferente a las otras especies conocidas. La descripción científica de este nuevo frailejón se publicará en los próximos meses.
El ejemplar de frailejón Espeletia ramosa es único en el planeta. Sobrevivió a incendios forestales en las montañas de Sogamoso (Boyacá). Fotos Jesús Mavárez
Jesús Mavárez, de 48 años, forma parte de la migración calificada de Venezuela, la cual se estima alcanzó aproximadamente un 20 por ciento hasta el año 2020, según publicó en un artículo el centro de investigación Equilibrium Cende. Al egresar de la Universidad Simón Bolívar, en Caracas, a mediados de los 90, el biólogo viajó a Europa para estudiar una maestría y un doctorado en Ecología y Evolución en la Universidad de Montpellier, al sur de Francia. Allí se graduó en el año 2002 y su tesis doctoral fue una investigación que realizó en Venezuela y el Caribe sobre el caracol que transmite la bilharzia, una enfermedad parasitaria tropical.
Luego de ello ejerció como investigador post-doctoral en Londres, Panamá y Canadá. Tenía 12 años fuera de su país cuando decidió regresar para trabajar en el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), una de las instituciones más reconocidas de Venezuela.
Pero la situación económica se deterioraba en el país que lo formó como profesional. Tenía problemas para conseguir financiamiento a sus investigaciones científicas y entonces decidió emigrar a Francia en el año 2012. Por varios años estuvo viajando entre Francia y Venezuela cada trimestre para continuar con sus investigaciones en los páramos andinos, hasta que la situación económica y social hizo prácticamente imposible el trabajo de campo en su país. El deseo de seguir estudiando este tema, más la dificultad para hacerlo en Venezuela, en parte motivaron su decisión de comenzar a estudiar más en detalle los frailejones colombianos.
La experiencia de trabajar en este país hermano no era nueva para este biólogo. Desde el año 2002 comenzó a viajar a Colombia para investigar sobre un grupo de mariposas con mucha diversidad local. La ciudad de Bogotá lo acogió entre finales de 2018 y mediados de 2019, cuando fue contratado como profesor invitado extranjero en la Universidad Jorge Tadeo Lozano. De esa experiencia le surgieron varias ideas para proyectos de investigación, no solamente sobre la diversidad de mariposas y frailejones colombianos, sino también sobre las adaptaciones de plantas y animales frente al cambio climático, así como el estudio de la deforestación en la Amazonía.
Jesús dice que ha logrado una sinergia especial con sus colegas en Colombia, pues las similitudes culturales lo hacen sentir en casa. Confiesa que además de los compañeros de la Universidad Tadeo tiene muy buenos amigos investigadores en la Universidad de los Andes, la Universidad del Rosario y la Universidad Nacional de Colombia.
"En el ámbito académico, Colombia podría beneficiarse mucho del éxodo masivo de venezolanos. Es un recurso humano que viene formado, con experiencia en docencia e investigación. Es un talento que puede ser aprovechado tanto por el sector público como el privado", afirma el biólogo Mavárez, quien se siente feliz de contribuir desde Francia con la ciencia en Colombia y Venezuela. Desde su laboratorio solo espera que la emergencia por la pandemia termine para volver a recorrer los fríos páramos colombianos y calentarse con la cercanía de sus pueblos.
La Universidad Johns Hopkins y la Corporación Red Somos, con el apoyo del Ministerio de Salud de Colombia y Onusida, abordó la situación de salud de la población venezolana migrante en el país.