"Yo no soy venezolano, soy manizaleño; pero cuando llegué a la Costa me dijeron desde 'cachaco hp' hasta otra cantidad de palabras soeces. Se aprovecharon porque desconocía cómo era la cultura de acá", rememora Diego Armando López, un colombiano que sabe qué es sentirse extranjero y vulnerable en su propia tierra. De allí, cree, ha surgido su empatía con todos sus trabajadores, pero especialmente con los venezolanos.
López, de 30 años, es el dueño de una cadena de restaurantes de comida rápida en Riohacha. Entre sus dos sucursales —la del Callejón de las Brisas y la de la Calle 15— suma 17 empleados. Entre ellos, dos son venezolanos: Andrea y Rubén.
"Muchos venezolanos ven las vacantes y no se postulan porque les da miedo. Mi invitación es a que se atrevan, a que no se dejen llevar por quienes les dicen que no tienen las capacidades, que son malos, que no sirven para nada o que vienen a robar", les recomienda López a los migrantes que han llegado al país."Todos tenemos cualidades y potencialidades; hay es que ponerle ganas y buena actitud", agrega.
Reconoce que cambiar ese pensamiento en sus trabajadores ha sido una tarea ardua, pero se alegra con lo que ha logrado. Recuerda cuando él era cajero en un supermercado y, en sus tiempos libres, colaboraba en los temas administrativos. Sabe lo que es comenzar desde abajo. "No me gusta el maltrato —dice— porque lo he vivido en carne propia en lo personal y lo laboral".
Él mismo es quien hace la selección de su personal. Mira las hojas de vida, llama a los preseleccionados, los entrevista, los contrata y los entrena. Dedica el tiempo para explicar paso a paso el proceso productivo de su negocio: desde cómo hacer el inventario, hasta cómo debe hacerse la preparación de la comida y la atención al cliente.
López también fue un aprendiz del oficio y de la empatía: salió de Manizales a los 16 años, pasó por el Ejército y trabajó en la misma cadena de comida rápida en las sucursales de Cartagena y Barrancabermeja. Sabe identificar las diferencias y respetarlas, pues ve en ellas oportunidades más que distancias.
«Mi intención es que los trabajadores puedan desenvolverse solos, que tengan capacidad resolutiva y, además, que tengan sentido de pertenencia por el trabajo»
Diego Armando López, empresario colombiano en Riohacha
Diego López es un empresario de Manizales que está abierto a integrar laboralmente a migrantes venezolanos.
Diego es consciente de que un trabajo fijo les ayuda a los migrantes venezolanos a ganar estabilidad en sus nuevos hogares. Por eso, los motivó a tramitar el Permiso Especial de Permanencia (PEP), que les permite acceder a una vinculación laboral formal, con todas las condiciones y garantías. "Yo doy confianza, preparación y buen trato para recibir un buen desempeño", dice.
Durante la cuarentena por la covid-19 no ha permitido que su proyecto ni su equipo de trabajo se vengan al piso. Ha establecido tres turnos durante el día para que todos los empleados puedan trabajar cumpliendo con las medidas de protección necesaria. Ya no ganan horas extras; pero su salario base y los beneficios legales se mantiene.
"Sé que dependen del ingreso para pagar el arriendo, alimentarse, mantener a sus hijos e incluso enviar a sus familias en Venezuela. Por eso quiero seguir garantizándoles el trabajo", cuenta, a la par que les recomienda cuidar sus finanzas en estos momentos de pandemia. "No estamos para festejar. Estamos para seguir trabajando, aprendiendo y siendo mejores seres humanos", concluye el manizaleño que aspira a incluir laboralmente a más migrantes cuando pase la emergencia sanitaria y vuelva a surgir la economía.
La feria de servicios se desarrollará desde las 8:30 de la mañana hasta la 1:00 de la tarde, específicamente en la calle 38Bis sur con Transversal 83, Parque Llano Grande de la localidad de Kennedy.