Ana Gabriela Gómez es ingeniera industrial y empresaria. En Colombia se convirtió en una líder social. | Por: MARIO FRANCO - SEMANA
Tras vencer episodios de xenofobia y bullying, la migrante venezolana Ana Gabriela Gómez creó en Cúcuta la Fundación SOS colombo venezolana, un ejemplo de integración con las comunidades de acogida.
Pasar de tener abundancia en su ciudad natal a quedar prácticamente en la calle y en un país desconocido no fue lo más difícil para la migrante venezolana Ana Gabriela Gómez, de 29 años.
Cuando llegó a Cúcuta en el año 2017 sufrió estigmatización por su nacionalidad, y algunos niños de su familia padecieron bullying en el colegio, pero eso no los amilanó y salieron adelante.
En Venezuela Ana Gabriela se graduó como ingeniera civil, tenía una empresa de materiales de ferretería, además licitaba obras para el estado y empresas privadas en la construcción de viviendas, puentes, vialidad, etc.
Con la migración le cambió la vida completamente. "En mí país (Venezuela) yo lo tenía todo, yo no me vine por la situación económica ni por la crisis que estaba pasando el país en temas sanitarios, yo huí y me vine a Colombia por la inseguridad", dice con en medio de lágrimas, mientras rememora que su mamá fue secuestrada en Caracas en varias oportunidades, y ella también fue víctima de varios secuestros.
"También sufrimos extorsiones. Eso nos obligó a salir de Venezuela de una manera forzada. En estas situaciones uno lo que piensa es en la seguridad de la familia", acota Gómez, quien se convirtió en una activista y defensora de los derechos humanos de las personas migrantes y refugiadas en Norte de Santander.
En 2020, en plena vorágine de la pandemia por la covid -19, Gómez creó la Fundación SOS colombo venezolana, como una ventana para derribar las barreras que tiene la población migrante venezolana y colombianos retornados para acceder a sus derechos.
"Yo quería liderar mis propios proyectos y lograr incidencia y participación activa en distintos espacios de integración local con organizaciones de agencias internacionales", apunta Ana Gabriela, quien con otras seis organizaciones de la sociedad civid conformaron la red MIRAME (Mesa de Incidencia para el Reconocimiento y Acogida del Migrante), bajo la necesidad de ayudar a la misma población migrante a que no se les vulnere sus derechos, y que conozcan sus deberes.
En esta mesa fomentan la inclusión implementando programas para disminuir los índices de xenofobia, restitución de derechos, educación, salud, y reconstrucción del tejido social.
Desde la Fundación SOS colombo venezolana desarrollan varios proyectos para tratar de integrar a los migrantes venezolanos y retornados colombianos, enfocándose en necesidades como atención en salud mental, regularización migratoria y estabilidad financiera. También les brindan capacitaciones para crear hojas de vida, y buscar ofertas de empleo para la integración socioeconómica.
A Ana Gabriela se le quiebra la voz cuando recuerda lo duro de su migración forzada de Venezuela a Colombia. "Solo nosotros los migrantes sabemos lo que sufrimos al salir de nuestro país", lamenta y ella misma se da ánimos: "Los migrantes estamos aportando mucho al país. Traemos una gastronomía, una cultura, vinimos a apoyar a la población colombiana, no vinimos a robarles el derecho a la salud, queremos hacer una reconstrucción social para que nuestros hijos crezcan en un país sin etiquetas por la nacionalidad".
La Universidad Johns Hopkins y la Corporación Red Somos, con el apoyo del Ministerio de Salud de Colombia y Onusida, abordó la situación de salud de la población venezolana migrante en el país.