La artesanía se ha convertido en la fuente de ingresos para la familia Hurtado García. | Por: LEÓN DARÍO PELÁEZ / SEMANA
Desde hace más de un año Héctor Miguel Hurtado recorre las calles de Riohacha para vender manillas y collares. Su esposa, Christie, se encarga de producir los accesorios, al menos diez piezas al día. La artesanía se ha convertido en la fuente de ingresos para la familia Hurtado García. Su nuevo oficio es distinto al que dejaron en Barquisimeto, estado Lara, donde durante 18 años se dedicaron a la venta de insumos y materiales de oficina.
Mientras sus tres hijos, de 10, 5 y 3 años, van a la escuela, la pareja ha aprendido a fabricar los accesorios. Cada pieza tiene un precio que va desde 5.000 hasta 45.000 pesos. Cuando empezaron el negocio, apenas lograban vender una manilla por 1.000 pesos, casi siempre ayudándose de los pequeños de la casa, que lograban convencer a los clientes.
Héctor Miguel y Christie hacen parte de las 10 iniciativas de emprendimientos apoyadas por ACH para la generación de oportunidades productivas en La Guajira. | © Andrés BoscÁn
“Es bastante duro tener que utilizar a la familia para conseguir dinero y medio comer. Exponer a los niños a la calle fue lo que nos motivó a esforzarnos más para poder mandarlos a la escuela, pero ellos son conscientes de la situación y se preocupan”, dijo Héctor Miguel. Él es enfermero, pero no puede ejercer su profesión en Colombia porque, aunque tiene sus documentos en regla, no ha podido homologar el título.
Desde que llegaron a Colombia -por Cúcuta- hace 2 años y medio, han hecho de todo sin grandes resultados. Al principio, lo poco que ganaban no les alcanzaba ni siquiera para pagar un arriendo. La calle fue el hogar de esta familia, que a través del proyecto Generación de Nuevas Oportunidades de la Fundación Acción Contra el Hambre (ACH) ha logrado impulsar su emprendimiento artesanal. El capital inicial de su negocio fueron 500.000 pesos, que les sirvieron para superar la incertidumbre en sus vidas y dejar atrás el añoro de lo que perdieron por la crisis que atraviesa Venezuela.
El Centro de Convenciones Anas Mai fue el escenario de cierre del proyecto de ACH dónde exhibieron iniciativas agropecuarias, artesanales, gastronómicas y de estética de la población wayuu y migrante. | © ANDRÉS BOSCÁN
Christie, licenciada en educación especial, se esfuerza para mejorar cada día su trabajo. “Ahora hacemos un trabajo de buena calidad y tenemos la garantía de un mejor precio para la venta”, explicó. Aprender a hacer los accesorios fue solo un paso para montar el negocio, porque también tuvieron que aprender a cobrar por su trabajo. La Cámara de Comercio de La Guajira los capacitó en gestión empresarial y cálculo de costos, y con esas bases la familia espera convertir su marca Agape´s Art, que bíblicamente significa ‘El arte de amar a Dios’, en una empresa sustentable a través de ventas por internet o una cadena de distribución en tiendas y almacenes.
El apoyo financiero a más de 100 iniciativas de emprendimiento en Maicao y Riohacha incluyó proyectos agropecuarios, artesanía, gastronomía y panadería, peluquería y estética, entre otras áreas.
La Universidad Johns Hopkins y la Corporación Red Somos, con el apoyo del Ministerio de Salud de Colombia y Onusida, abordó la situación de salud de la población venezolana migrante en el país.