En 2018, González creó el Centro de atención, formación y desarrollo comunitario del migrante en la ciudad de Cali. | Por: YANIRA DEL VALLE GONZÁLEZ BRITO
A Yanira González no le da pena preguntar cuando no entiende algo. Es una líder por naturaleza y, en escasos cuatro años desde que llegó de Venezuela se convirtió en una activista y defensora de los derechos de sus connacionales radicados en Colombia.
Su misión, afirma, es aportar un granito de arena al país que la recibió. Por eso hace dos años creó el Centro de atención, formación y desarrollo comunitario del migrante del Valle del Cauca, un espacio donde tres docentes americanos enseñan inglés y González ofrece orientación a los venezolanos que, como ella, llegaron al país sin tener clara la ruta de acceso a servicios.
“Buscaba una mejor vida porque la situación ya estaba demasiado difícil en Venezuela”, recuerda Yanira Del Valle González Brito, de 45 años, quien también se dedica a enseñar inglés gratuitamente en el centro de formación en Cali. Siempre tuvo pasión por los idiomas y aprendió el idioma anglosajón de manera autodidacta.
Está graduada en turismo y administración de empresas, y en Venezuela era ejecutiva de una empresa dedicada al diseño de interiores. A pesar de que tenía un empleo, sabía que lo peor estaba por venir: la migración forzada. Los indicios del desabastecimiento y la crisis económica en el vecino país empezaron a ser más recurrentes.
Desde inicios de 2015 planeó migrar con su esposo, Alejandro José Puente Orozco. Pensaban en salir de su natal Maturín, en el estado Monagas, y llegar a Colombia en diciembre de ese mismo año. Desafortunadamente, su intento de migrar se vio frustrado por un solo día: 19 de agosto de 2015. Nicolás Maduro ordenó cerrar la frontera y las tensiones entre ambas naciones se extendieron por más de un año.
La expulsión de ciudadanos colombianos radicados en Venezuela llevó a una persecución por parte de las autoridades venezolanas. El esposo de Yanira, que es colombiano, fue blanco de presiones. “Llegaban militares venezolanos a tocar la puerta donde vivíamos —cuenta ella mientras en su cabeza se recrea ese momento en que tuvo que encerrarse con su familia un poco más de dos semanas por miedo a ser deportados— Era aterrorizante”.
Decididos a salir de Venezuela, Yanira renunció a su trabajo. Pero una crisis nerviosa a inicio de diciembre de 2015 los obligó una vez más a posponer el viaje pues debía cumplir un fuerte tratamiento para mejorar su salud y recobrar la fuerza que se había ido con los 15 kilos que perdió durante ese tiempo.
En enero de 2016 el estado de salud de Yanira empezaba a mejorar, pero no se podía decir lo mismo de Venezuela. Fueron meses agonizantes de escasez de alimentos y largas filas para comprar alguna medicina o cualquier producto de la canasta básica.
Esa frase común de "nacer de nuevo" se sentía casi físicamente para Yanira cuando logró salir con su familia de Venezuela el 21 de julio de 2016. Su esposo fue al Consulado de Colombia y recibió su cédula de ciudadanía. Con dos maletas y un bolso lleno de efectivo, que apenas les alcanzó para el transporte, emprendieron un viaje de más de 1.000 kilómetros durante cuatro días para llegar a Maicao, en La Guajira colombiana. “Tú solo tienes en mente que quieres sobrevivir. Abandonamos todo lo que teníamos”, dice González.
«En Venezuela vi que las personas extranjeras tenían sus comunidades organizadas. Yo quería lo mismo para mi gente y, sin pensarlo, me convertí en una asesora para otros venezolanos»
Yanira González, Coordinadora de la Corporación Colonia Venezolana en Colombia para Valle del Cauca
Para llegar a Maicao tuvieron que cruzar la frontera por una trocha donde, aseguran, había presencia paramilitar. La idea era radicarse en Barranquilla, donde vive la familia de Alejandro, pero las oportunidades laborales aparecieron en Pasto, en el extremo sur del país.
En la capital nariñense, después de cruzar Colombia de extremo a extremo, Yanira recibió apoyo del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), que para entonces estaba brindando talleres y capacitaciones. Tras vincularse en las actividades, tomó la decisión de ayudarles a otros venezolanos.“Ellos me dijeron que querían ayudarme y yo les dije que quería ayudar a todos los venezolanos”, recuerda. Así fue como en 2017 realizó la primera entrega de ayudas humanitarias a sus compatriotas.
Acompañada por su esposo, Yanira empezó a organizar a la comunidad migrante en Pasto y ayudó a establecer rutas claras para el apoyo a esta población vulnerable. En 2018 se mudó a Cali y ahí fue contactada por la Colonia Venezolana en Colombia (Colvenz), que le había seguido la pista a su trabajo en Pasto. Radicada en la 'Sucursal del cielo', decidió crear el Centro de atención, formación y desarrollo comunitario del migrante del Valle del Cauca, iniciativa con la que constantemente realizan diagnósticos de la población venezolana en esta zona del país.
A pesar de la pandemia, las clases de inglés —una de las actividades más reconocidas del centro— han continuado a través de plataformas digitales, dictadas por tres profesores americanos. Su amiga Hanna Craig, quien actualmente se encuentra en Denver (Estados Unidos), fue una de las impulsoras del Club Conversacional en el centro de formación. Otros dos profesores estadounidenses que dan clases en la Universidad Nacional de Colombia la acompañan en este proceso: Daniel Murphy y Carolina Laguna, quienes, debido a la emergencia sanitaria, hoy ofrecen las capacitaciones desde Chicago.
Otra labor que realiza González en el centro es la entrega de ayudas humanitaria, para lo cual cuenta con el apoyo de instituciones como la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), Acnur, la Cruz Roja, la Alcaldía de Cali y el Servicio Jesuita para Refugiados.
Yanira ha realizado atención humanitaria en Cali desde 2018. Su centro de ayuda es conformada por un staff de 15 personas.
Son muchos los que puedan dar fe de su trabajo. Una de esas personas es Diana Carolina Moreno, asesora de acción humanitaria del Servicio Jesuita para Refugiados, en Pasto, con quien trabajó en proyectos de atención humanitaria. “Ella juntó muy rápido la población migrante y se volvió muy dura en dar información a aquellos que llegan con mucha incertidumbre y sin saber qué hacer”, dice Moreno, quien reconoce el aporte de Yanira para lograr establecer la Mesa Departamental de Migración en Nariño.
"Ella da todo de sí. Es una mujer aguerrida que siempre logra las cosas que se propone", añade Diana, en una frase casi premonitoria de lo que viene para Yanira, que por estos días continúa con sus clases de inglés mientras coordina con otras organizaciones locales e internacionales más kits humanitarios para los venezolanos en Cali, un reto aún mayor por las complicaciones que le ha impuesto la pandemia de la covid-19.
La Universidad Johns Hopkins y la Corporación Red Somos, con el apoyo del Ministerio de Salud de Colombia y Onusida, abordó la situación de salud de la población venezolana migrante en el país.