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Los migrantes venezolanos que convirtieron los micrófonos en rosas

Los migrantes venezolanos que convirtieron los micrófonos en rosas

Los periodistas venezolanos radicados en Antioquia hicieron una fuerte apuesta por combatir y reducir la xenofobia en contra de sus compatriotas | Por: DAVID HERNÁNDEZ | SEMANA




Por: Mario Villalobos @maritovillalobo

agosto 18 de 2022

 

Un matrimonio venezolano convirtió su apartamento en el cuartel general de las buenas noticias para las personas venezolanas en Medellín; desde allí, agruparon a otros colegas y hoy se convirtieron en un proyecto líder de periodismo digital al servicio de los migrantes y las comunidades de acogida.

 

 

¿A quién se le ocurre montar una cabina de audio para una emisora radial al interior de un closet de un apartamento? Sencillo: a alguien que entendió que la pasión y el amor por el otro no entienden de límites ni mucho menos de fronteras.

 

Los responsables de esta locura se casaron en Venezuela, y llegaron a Medellín por accidente. “Nosotros llegamos acá en diciembre de 2017, a pasar la navidad a visitar a dos hijos que tenemos en Colombia y terminamos quedándonos porque vimos que es un país que brinda muchas oportunidades”, relata Jasmina Méndez mientras organiza los micrófonos.

 

Junto a su esposo, Juan Eduardo Peraza –dueño de una voz digna de anunciar la presencia de Dios en un estadio-, fundaron la Asociación de Comunicadores Venezolanos en Antioquia, ACVA, que nació como un espacio para que otros periodistas acabaran con el divorcio de su profesión, y que luego se agrandó, sin querer queriendo.

 

Y por eso nace como un elemento extendido el Sistema Informativo Alianza Noticias, donde tenemos a nuestros compañeros generando productos que tienen que ver con integración y la cercanía que tenemos Colombia y Venezuela”, explica el hombre de la voz de oro, quien asegura que hoy se siente tan paisa como venezolano.

 

ACVA y la Alianza se convirtieron en una alternativa real para centenares de migrantes que, por ejemplo, a diario reciben por WhatsApp un boletín digital con información de servicio y aquellas historias que les interesan, y solucionando todas las dudas de quienes les escriben.

 

Pidiéndonos orientaciones en torno a los temas que tienen que ver con la migración, los temas que tienen que ver con el apoyo a los niños, a la infancia, temas que tienen que ver con familias que se reencuentran”, relata Juan Eduardo.

 

El ejercicio honesto y apasionado del periodismo convirtió sus micrófonos en rosas que acarician a quienes quieren escuchar una voz de aliento, y, además, en una herramienta para luchar contra la xenofobia.

 

Según Jasmina, la idea es contar “todas las cosas maravillosas que nosotros traemos de nuestro país: estamos hablando de lo cultural, de lo profesional, de lo personal, de lo familiar y para nosotros es grandioso hacer este trabajo, porque sabemos la necesidad, la gran brecha informativa que existe, y que los venezolanos no tienen acceso a la información”.

 

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Haciendo gala de su ingenio, en el closet de una habitación de su apartamento, instalaron una cabina de grabación

Foto: David Hernández - Semana

 

Mientras tanto, Juan Eduardo cree firmemente que la lucha contra la xenofobia parte también del ejercicio interno que debe hacer cada colombiano para entender que entre unos y otros no hay diferencias ni barreras.

 

"Aunque somos árboles y tenemos las raíces en otro lugar, las ramas y los frutos están en cualquier otro país; nosotros, en nuestro caso, venimos de Venezuela a traer frutos a Colombia, y eso es un elemento muy importante a la hora de analizar la xenofobia y contrarrestarla", insiste.

 

Son las 10 de la mañana, termina la jornada periodística y salen al parque a pasear a su mascota y a abrazar a los innumerables paisas que los saludan de lado y lado de la calle.

 

 Jasmina se despide con un mensaje desde el fondo del alma para cada colombiano: “que abran sus brazos, que abran su corazón, que nosotros estamos aquí para apoyarlos, construir y crecer con este maravilloso país".

 

Como si fuera una especie de mantra convertido en slogan, Juan Eduardo me estrecha la mano, y me pide que les recuerde a todos quienes conozco que “los venezolanos que estamos en Colombia no venimos a competir, venimos a compartir”.

 






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