Al mes de julio de 2022, había aproximadamente 127.000 migrantes que habían ingresado a Chile en cruces irregulares, de acuerdo con estimaciones de las autoridades chilenas. | Por: OIM CHILE
La Organización Internacional de las Migraciones (OIM) ha incrementado su presencia y la provisión de asistencia humanitaria para responder de forma directa a las necesidades de esta población proveniente de Venezuela.
La desesperación con la que huyen los venezolanos de su país ha hecho que muchos se arriesguen a transitar por peligrosas rutas migratorias como la selva del Darién, entre Colombia y Panamá, para llegar a Estados Unidos. Otros también están desafiando las inclementes condiciones climáticas y desiertos que hay entre Bolivia y Chile.
Ante el incremento de migrantes y refugiados que van a pie, con destino a Chile, la Organización Internacional de las Migraciones (OIM) ha desplegado un equipo médico que brinda cuidados de primeros auxilios, una intervención que beneficia a los migrantes y a las comunidades de acogida por igual, según detalló la OIM en su página web.
“Seguimos proveyendo alimentos, agua, cuidados médicos, albergues y artículos básicos de socorro como frazadas y ropa de invierno entregada por ONG”, afirmó Susan Saavedra, asistente de Proyecto de la OIM en Colchane.
La realidad que presencian los funcionarios de esta organización internacional es desgarradora. Jhonny, de 26 años, junto a su esposa Cribsel, de 19, embarazada de seis meses, consiguieron atención junto a sus dos hijos en un centro de recepción de migrantes. Están quemados por el sol, la altitud de 3.700 metros y las heladas condiciones climáticas les pasa factura a esta joven familia de cuatro integrantes.
Caminaron durante cinco horas de Bolivia a Chile. Desde que partieron de Venezuela hace dos meses, y después de 5.000 kilómetros, atravesaron cinco cruces fronterizos. “Nos exponíamos al clima frío por primera vez. Eso fue quizás lo más difícil”, dice Jhonny con los labios cuarteados y los pies lastimados.
Este trabajador de la construcción había perdido su puesto de trabajo en Venezuela y por este motivo cubrir las necesidades básicas de toda la familia se le volvió imposible.
Decidieron irse de su ciudad natal Aragua con tan solo 450 dólares a Estados Unidos, y una mochila con elementos básicos, para aventurarse por los largos senderos a través de las tierras altas de los Andes, primero cruzando a Colombia y más tarde a Ecuador, Perú y Bolivia, durmiendo en las calles en la mayor parte de su travesía.
Muchos ingresan a Chile cada día a través de Colchane, un pequeño pueblo de menos de 500 habitantes, de los cuales un 85% es población indígena. Muchos a menudo son impulsados por el deseo de la reunificación familiar y de contribuir con sus comunidades de acogida. Foto OIM
La historia de Jhonny y Crisbel es repetitiva, de acuerdo con el reporte de la OIM Chile. Con frecuencia, se desplazan pequeños grupos a lo largo de una de las más extensas rutas migratorias del planeta, embarcándose principalmente a pie con intervalos periódicos en autobuses, taxis, y otras formas de transporte.
Para los venezolanos que viajan a Chile, el último gran obstáculo es el duro Desierto de Atacama, la planicie más seca y de mayor altura del mundo, ubicada a casi 4.000 metros por encima del nivel del mar y con temperaturas que descienden hasta alcanzar los -10° C.
Según los Servicios Médicos Legales de Chile, siete personas han perdido la vida desde inicios del 2022, ya sea por exposición a condiciones climáticas extremas o por complicaciones de salud surgidas de condiciones médicas pre-existentes exacerbadas por el terreno tan inhóspito del Desierto de Atacama.
La Universidad Johns Hopkins y la Corporación Red Somos, con el apoyo del Ministerio de Salud de Colombia y Onusida, abordó la situación de salud de la población venezolana migrante en el país.