A los beneficiarios entregaron insumos y herramientas para impulsar sus proyectos comunitarios. | Por: CORTESÍA ACDI VOCA
La pandemia de la covid- 19 no ha sido obstáculo para que 100 migrantes venezolanos, retornados colombianos y desplazados continúen sus emprendimientos sociales en comunidades de Maicao, en La Guajira.
Tras participar en Decido Ser, un proceso de formación en habilidades empresariales, administrativas y de generación de confianza para el cambio social, este grupo de personas fue beneficiado con un capital semilla entregado por la Corporación Organización El Minuto de Dios, apoyada por el Programa de Alianzas para la Reconciliación (PAR) de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional USAID, ACDI/VOCA y el Consejo de Empresas Americanas (CEA). Les entregaron insumos y herramientas para fortalecer estos emprendimientos, que van desde la fabricación de artesanías, ropa, bisutería y calzado, hasta la producción de alimentos y cría de pollos de engorde.
La entrega se hizo con el fin de fortalecer la generación de ingresos de los participantes, que son personas vulnerables tanto de Venezuela como de Colombia. Además se acataron las medidas de prevención por la pandemia de la covid-19 que vive el país.
El proyecto Integrándonos Construimos Futuro lo ha desarrollado la Corporación Organización El Minuto de Dios, en Arauca y La Guajira desde agosto de 2019. En Maicao ha atendido a las comunidades de los asentamientos Montecarlo, Bendición de Dios I y Bendición de Dios II. La población de estos asentamientos está integrada por un 45% de migrantes venezolanos, 15% de colombianos retornados desde Venezuela, 14% víctimas del conflicto armado y 28% de población vulnerable receptora. Además el 34% son indígenas y 6% corresponden a población afrodescendiente.
El proceso de formación estuvo acompañado de 14 talleres que buscaban que los participantes reconocieran las emociones involucradas en la construcción de relaciones y en la propia concepción sobre el mundo. Con esto, la idea era generar una conciencia y transformación de narrativas sobre la discriminación y la exclusión como uno de los ejes centrales de la reconciliación social.
Danis Angulo Rivera, desplazada por el conflicto armado, recibió dos máquinas de coser y un maniquí para confeccionar ropa.
«Cuando llegué de Venezuela tenía la autoestima muy baja. La soledad se aferró a mí y pensé que no podía salir adelante. A través del proceso de Decido Ser y los talleres que tuvimos pude aceptar que Venezuela fue parte de mi vida, pero debo seguir adelante. Aprendí que todos tenemos una historia y que debemos respetarnos unos a otros. Esta experiencia cambió mi vida. Ahora tengo otra visión y siento que puedo comerme el mundo ».
Maryelis Josefina Rivera Colina, migrante venezolana de 29 años.
"El trabajo organizativo y comunitario en los asentamientos donde hemos hecho presencia es hoy una realidad efectiva. Los participantes asumen su condición de migrantes, origen étnico y condición económica como reto para aportar individual y colectivamente en la transformación social, la inclusión y la convivencia del municipio de Maicao”, explicó Adrián Medero, director regional de ACDI/VOCA para La Guajira.
Este compromiso lo asumió Maryelis Rivera, quien llegó a Colombia hace tres años, proveniente de Maracaibo, estado Zulia. Luego de desempeñarse como administradora de empresas en Venezuela, Rivera comenzó de "cero" vendiendo confites en la ciudad de Maicao. Hoy cuenta con un capital para emprender y seguir creciendo individualmente y como comunidad.
“Recibir este capital semilla implica una transformación en mi vida. Es entender que sí puedo salir adelante a pesar de que uno no está en su país. Y que podemos trabajar de la mano de otras personas", dice Maryelis, para quien los sueños se hacen cada vez más grandes. "Soy más positiva, creativa, empoderada. Aprendí que no es momento de seguir mirando hacia atrás. Gracias a esta oportunidad veo la posibilidad de tener una vida de mejor calidad”, añade.
Los beneficiados también tienen emprendimientos de bisutería y tejidos.
El proyecto también fomentó la creación de grupos dentro de las comunidades con el fin de dar solución a problemas dentro de sus territorios, fomentar una sana convivencia así como la integración social, cultural y económica de acuerdo al contexto fronterizo de Maicao.
Danis Angulo Marín, una mujer desplazada por el conflicto armado desde un municipio de la costa caribe, contó su experiencia de inclusión: "Este proyecto ha sido de gran bendición porque comprendí lo que es la reconciliación, conocí las formas de derribar las brechas sociales que hay entre los migrantes venezolanos y los colombianos, aprendimos cómo podemos integrarnos y trabajar juntos".
Con el capital semilla, Danis recibió dos máquinas de coser y un maniquí para iniciar su propio negocio de confección, oficio que pudo perfeccionar durante la formación que le brindó el programa. Hoy se ve como una empresaria diseñadora de ropa. Y con esto, no solo piensa en ella, sino en los empleos que podrá generar para incluir en su negocio a vecinas y compañeras.
"Los talleres son muy emotivos y reconfortantes. Fueron de mucho impacto porque vemos virtudes y capacidades en las otras personas. No podemos perder esa sensibilidad, los extranjeros también tienen derecho a las oportunidades", asegurá esta mujer oriunda de Santa Marta, quien junto con compañeros venezolanos conformó un grupo de WhatsApp llamado 'Agentes de Reconciliación'. Allí interactúan migrantes y colombianos, "todos como hermanos, luchando por sus emprendimientos comunitarios".
La venezolana Maryelis Rivera tiene un emprendimiento de comida rápida en Maicao.
Migrantes venezolanos y colombianos se integraron como una sola comunidad en varios sectores de Maicao.
Un estudio reciente del Fondo Monetario Internacional indica que brindar oportunidades de inclusión laboral a las personas migrantes venezolanas puede incrementar el Producto Interno Bruto en hasta 4,5 puntos porcentuales para el año 2030.