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EN VIDEO | ¿Cómo es ser migrante y luchar contra el coronavirus?

EN VIDEO | ¿Cómo es ser migrante y luchar contra el coronavirus?

El Gobierno Nacional estableció una ruta de atención en salud para la población migrante que hace que se encuentren en las mismas condiciones que un ciudadano colombiano. | Por: LEWIS FOREST




Por: Lewis Forest

abril 23 de 2020

"Hombre de 20 años en Barranquilla. Comorbilidades: enfermedad cardíaca", así reportó el Ministerio de Salud la muerte de Anthony, uno de los 15 fallecidos por covid-19 en Colombia el fin de semana anterior.

 

A pesar de lo joven, tenía afecciones coronarias que le ocasionaron su deceso. Anthony, al igual que los cerca de dos millones de migrantes venezolanos que hay en Colombia, enfrentan, aparte del hecho de estar en un país ajeno, una pandemia sin seguridad en salud y muchos de ellos sin la protección de bioseguridad que se requiere para evitar un contagio.

 

Anthony vivía en Villa Caracas, un asentamiento subnormal ubicado en el suroccidente de Barranquilla, compuesto por 528 casas hechas de tabla, cartón y plástico; allí tres mil 534 migrantes venezolanos viven día a día el miedo de convivir con una enfermedad que según ellos los mataría. "Si nos da coronavirus, nos mata, así de fácil".

 

El joven de 20 años, trabajaba en lo que fuera, "a veces vendía bolsas en el mercado, otras vendía dulces en los buses, se la rebuscaba como todos aquí", expresó Maryoly Beltrán, habitante de Villa Caracas.

 

Sin embargo, la mayoría de los de su barrio nunca se enteraron que había muerto por coronavirus, pensaron que le dio un ataque cardíaco debido a su cuadro clínico y que por no recibir la atención debida había empeorado en los últimos días.

 

"Aquí muy pocos lo conocíamos, era más bien solitario y estaba con un grupo de amigos o familiares, no sé con exactitud", explicó Maryoly, mientras revolvía fritos en un caldero con aceite.

 

De acuerdo con la Secretaría de Salud de Barranquilla al entorno del joven se le hizo una barrera epidemiológica, para evitar que el virus se propague, pese a ello, en el barrio saben que conviven con el mortal enemigo.

 

"Es muy difícil, aquí la mayoría somos venezolanos recicladores, trabajamos en lo que sea, pero muchas veces no tenemos para la comida, menos vamos a tener para comprar un tapabocas o unos guantes", afirmó Carlos Arizamán, habitante de Villa Caracas.

 

La muerte de este joven mantiene en alerta a los habitantes de este barrio, porque hasta el momento, nadie sabe como se infectó, sin embargo, al mirar que su trabajo lo hacen en la calle y la mayoría de ellos sin elementos de protección, no resulta difícil deducirlo.

 

"El aislamiento ha sido difícil, yo trabajo como reciclador y gracias a Dios salgo, trabajo y vuelvo rapidito, me pongo los guantes, el tapabocas y salgo a reciclar", contó Yeico José Yamarte.

 

El sale de su vivienda desde por la mañana y llega al anochecer a su casa con 10 o 12 mil pesos del sustento para su esposa y sus cinco hijos.

 

Pero Yeico no es el único que vive la pandemia lejos de su país y que se enfrenta a ella sin escudo; Génesis Valero y Kenny Romero son una pareja de esposos que llegaron desde El Zulia, buscando una mejor vida para ellos y sus tres hijos, que tuvieron que dejar en Venezuela.

 

Al no encontrar empleo solo tuvieron la opción de limpiar vidrios panorámicos de los vehículos que se detienen en los semáforos, saben que tienen 45 segundos que es lo que dura la luz roja, pero tambien saben que con el aislamiento hay pocos carros en las calles y que de los 30 mil pesos que hacían entre los dos, ya no hacen ni la mitad.

 

 

"A veces hacemos 12 o 15 mil pesos, dígame usted, eso ¿para qué alcanza?, si comemos, no tenemos donde dormir y si pagamos el arriendo no tenemos para comer, es difícil estar en un país extranjero", explicó Génesis Valero.

 

El miedo al virus es demasiado, saben que en cualquier momento se pueden contagiar, pero prima el sobrevivir y mandar recursos para los suyos en Venezuela.

 

"Me da miedo que me vaya a contagiar, pero me toca salir a trabajar, porque nadie va a llevarme comida a la casa", contó Kenny Romero.

 


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Ellos saben lo que es dormir en la calle cuando no alcanza para pagar la pieza, pero también conocen el lado solidario de algunos colombianos quienes les han tendido la mano.

 

"A veces un alma caritativa nos da almuerzo o comida, pero eso no es de todos los días; hemos pasado varios días en blanco, uno agradece el estar aquí, pero a veces maldice el haber salido de Venezuela", agregó Génesis con lágrimas en sus ojos, muestras con sus manos sostenía el limpiavidrios y se aprestaba para volver al trabajo.

 

La luz cambió a rojo y tres carros particulares se detienen, dos de ellos les dicen que no, sin embargo, el tercero a pesar de tener el vidrio limpio le da la oportunidad de que hagan su trabajo; Génesis se encarga del vidrio delantero y Kenny del trasero, el conductor les da una moneda de 200 pesos, que van con las que ya han recolectado y con las que esperan reunir los 17 mil pesos que necesitan para medio comer y dormir bajo techo.

 


«Me da miedo contagiarme, pero me toca salir a trabajar, porque nadie va a llevarme comida a la casa»

Kenny Romero


 

Como ellos, hay en Barranquilla cerca de 130 mil venezolanos, que se enfrentan diariamente al coronavirus, solo con la esperanza de no contagiarse, porque saben que si lo hacen, habrá muy pocas oportunidades de sobrevivir en un país ajeno.

 

El Gobierno Nacional estableció una ruta de atención para la población migrante que hace que se encuentren en las mismas condiciones que un ciudadano colombiano. 






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