Colombia es el país de Latinoamérica que más alberga migrantes venezolanos; cerca de dos millones de personas viven en nuestro país | Por: GUILLERMO TORRES | SEMANA
Detrás de la mayoría de los dos millones de migrantes que vive en Colombia existe el relato de comportamientos y situaciones que ponen en peligro sus derechos. Según expertos, hay que trabajar a fondo, rápidamente y de forma sostenida.
Quienes han padecido el desgaste de la huida forzada de su país encuentran una primera barrera, especialmente, cuando intentan cubrir sus necesidades básicas, o cuando pretenden buscar espacio en los sitios a donde llegan para mitigar la emergencia.
Inclusive dos años después de la primera gran ola de migración forzada desde Venezuela, existen todavía situaciones de xenofobia explícita, protagonizadas, en la mayoría de los casos, por personas intolerantes que insisten en rechazar a quienes solo buscar un poco de paz, y pese a los grandes esfuerzos que se han hecho desde el Gobierno, los organismos de cooperación internacional y las ONG.
“Los comportamientos xenofóbicos que se presentan o que son recurrentes con relación a población venezolana tienen que ver con ataques verbales, rechazo por parte de la comunidad de acogida, negándoles posibilidades de arrendar una vivienda o negativa a ofertas laborales por el hecho de ser venezolanos”, comenta Luz Alcira Granada, directora país de la organización Bethany Christian Services en Colombia, una entidad dedicada, entre otras cosas, a combatir la xenofobia en diferentes escenarios, y de brindar asistencia integral a población migrante.
En ese sentido, han sido testigos de que hay un cuadro que pone en un riesgo más grave a los migrantes: la falta de acceso real al portafolio de servicios que se presenten hechos puntuales que atentan contra los derechos que los asisten como “la discriminación en centros médicos, hospitales o escuelas, a pesar de que el gobierno nacional ha hecho avances significativos en términos de ley, en términos de decretos temporales para facilitar la migración y también la posibilidad de establecerse en el territorio colombiano a la población venezolana", según explicó la funcionaria.
En la práctica, eso quiere decir que muchos migrantes enfrentan un doble escenario: por un lado los comportamientos abiertamente xenofóbicos, que incluso llegan a la agresión, y por el otro la dificultad en su proceso de asentamiento e integración, que, según los expertos, puede ser más nocivo.
«Hace que se limite el acceso de la población a necesidades básicas y a derechos básicos que tiene cualquier individuo por el mero hecho de ser persona. Comentarios, discriminación, situaciones hirientes, palabras hirientes a la población venezolana y falta de acceso a derechos básicos son algunas de las situaciones que deben vivir».
Luz Alcira Granada, directora Colombia de Bethany Christian Services
En ese sentido, entidades como Bethany Christian Services, que tiene sedes de Bogotá, Cúcuta y Arauca, trabaja transversalmente en ofrecer un portafolio integral a los migrantes venezolanos y a las comunidades de acogida para que el proceso de la llegada de estas personas que no hacen parte del entorno sea percibido como una oportunidad y no como un palo en la rueda.
“Realizamos acciones basadas en protección de la niñez, el fortalecimiento familiar y la construcción de lazos de solidaridad entre comunidades de acogida y población migrante refugiada desplazada interna, a través de acciones individuales y gestión de casos y trabajo psicosocial, pero también el trabajo con familias y grupos con enfoque en la protección de la niñez en asuntos de alta vulnerabilidad como el reclutamiento, uso y utilización, el trabajo infantil, la explotación laboral y explotación sexual de niñas, niños y adolescentes”, explica su directora.
Eso implica, según Bethany Cristian Services, llegar también a quienes están al frente de las instituciones encargadas de atenderlos para afinar los procesos y evitar que sus funcionarios entren en la zona de riesgo de desarrollar conductas xenofóbicas o discriminatorias.
“Generar lazos de solidaridad y empatía, construcción de paz y comunidades de acogida en población migrante refugiada, desplazada interna y retornada, dentro de esto la sensibilización contra la xenofobia no solo dirigida a la comunidad sino también a instituciones y autoridades locales, departamentales y nacionales”, asegura Luz Alcira Granada.
Los migrantes venezolanos estarán cubiertos por el PPT durante 10 años. Foto: Archivo Semana
Los resultados, en este caso, hablan por sí solos. El trabajo articulado da frutos duraderos y constantes que han permitido un doble impacto: la atención integral a los migrantes y la reducción del riesgo de conductas y escenarios xenofóbicos o discriminatorios.
Según Bethany Christian Services, en lo corrido del 2022 han atendido 750 niños, niñas, adolescentes, jóvenes y familias venezolanas, migrantes, refugiadas, desplazadas internas y comunidades de acogida, con vocación de permanencia, pendulares o quienes están en las rutas caminantes a través de orientación y apoyo y ayuda humanitaria.
Asimismo han brindado asistencia a 221 niños, niñas, adolescentes y jóvenes colombianos en comunidades de acogida. También han recibido atención en procesos psicosociales y de acompañamiento tanto a ellos como a sus familias, y han llevado a cabo la gestión de 176 casos de protección y coordinación directa con el ICBF y con otros actores gubernamentales y no gubernamentales.
La prueba de que el esfuerzo genera resultados por sí mismo está ahí, a la vista de todos. Por eso el llamado es a desterrar la xenofobia no solo desde el comportamiento personal, sino a nivel de sociedad, propiciando que esta nueva era de la integración de dos millones de migrantes venezolanos nuestra estructura como país se consolide rápidamente y de forma sostenida.
La Universidad Johns Hopkins y la Corporación Red Somos, con el apoyo del Ministerio de Salud de Colombia y Onusida, abordó la situación de salud de la población venezolana migrante en el país.