El coronavirus nos tomó a todos por sorpresa. El cierre casi generalizado de la economía mundial para contener la propagación, aplazando el pico de contagio para así permitir que los sistemas de salud pudieran prepararse para responder a la crisis sanitaria, tendrá importantes secuelas para la economía mundial y local. Se estima que los costos humanos y económicos serán enormes. El Fondo Monetario Internacional en su informe del mes de abril proyecta que la economía mundial tendrá una contracción de -3% en 2020, peor que la registrada en la crisis financiera de 2008-2009. En Colombia aún es incierto el impacto que tendrá el aislamiento obligatorio y dependerá de sus prolongaciones y de las restricciones que se manejen una vez comience la reapertura gradual de la economía. Fedesarrollo habla de una contracción aún mayor que podría ir desde -2,7% y el -7,9% para este año.
Ya algunas de estas secuelas empezaron a verse en el mercado laboral. Para el mes de marzo, la tasa de desempleo a nivel nacional fue del 12,6%, 1,8 puntos porcentuales por encima del mismo mes de 2019. La cifra que más llama la atención es la de inactividad que se incrementó en 1,7 millones de personas, lo que quiere decir que estas personas no están técnicamente en desempleo, sino que están esperando retomar sus actividades (por ejemplo, pueden ser independientes sin contratos o trabajadores que se encuentran en licencias no remuneradas y por el momento no están buscando empleo dadas las condiciones del encierro). Lo que hay que tener en cuenta es que una parte importante de estos inactivos quizás no recupere su trabajo y entre a engrosar la fila de los desempleados en el país. Por lo cual, el economista Jaime Tenjo estima que la tasa de desempleo en realidad se ubicaría entre el 15% y el 18% en marzo y al final del año estaría rondando el 20%.
En el escenario de reapertura, la población migrante puede jugar un rol central para dar un impulso a la economía. Los migrantes venezolanos no solo tienen mayores niveles de estudio que los colombianos (más venezolanos son bachilleres y una proporción mayor tiene estudios universitarios, según cálculos del Observatorio del Proyecto Migración Venezuela a partir de la Gran Encuesta Integrada de Hogares), sino que además son más jóvenes que los colombianos. Lo anterior puede generar una mayor apropiación tecnológica y tener implicaciones sobre la innovación y el emprendimiento en la economía colombiana. Por otro lado, en las ramas de actividad en las que más puede aportar la población migrante es en la de comercio, hoteles y restaurantes, dado que el 43% de los venezolanos ocupados pertenece a esta rama de actividad, los servicios comunales, sociales y personales, la industria manufacturera y la construcción.
Sin embargo, para que el aporte de la población migrante durante la reactivación de la economía sea una realidad, el sector privado debe tomar un rol activo en la empleabilidad de los migrantes venezolanos, dado que solo ellos tienen la posibilidad de ofrecerles mejores condiciones laborales y así sacarlos de la informalidad y precariedad que caracteriza sus empleos.
Los derechos de la niñez migrante y refugiada han de ser una prioridad hoy y siempre.
La Universidad Johns Hopkins y la Corporación Red Somos, con el apoyo del Ministerio de Salud de Colombia y Onusida, abordó la situación de salud de la población venezolana migrante en el país.