El sufrimiento en las migraciones internacionales es un tema de estudio relativamente reciente. Más aún, en los niños, niñas y adolescentes que cruzan las fronteras sin estar acompañados o que, en algún momento del trayecto, pierden el rastro de sus padres y sus familias.
Casos: miles. Un hecho de la niñez migrante es efectivamente la separación de sus padres o el viajar solos. Ante esta situación, Colombia, como signatario de las convenciones y tratados internacionales sobre temas de niñez migrante, ha tomado las decisiones en nombre del interés superior del niño y teniendo en cuenta sus opiniones.
Así, en cuanto a la reunificación familiar, la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 en su artículo 16 establece que “la familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado”, consecuentemente, la Constitución colombiana establece en el Artículo 44 que “son derechos fundamentales de los NNA la vida la integridad la salud, la seguridad social".
La alimentacion equilibrada, su nombre y nacionalidad , tener una familia y no ser separados de ella, el cuidado y el amor, la educacion y la cultura, la recreacion y la libre expresion de su opinion también hacen parte de sus derechos. En este sentido, se debe garantizar el interés superior del niño.
Sin embargo, en el contexto de la crisis humanitaria en Venezuela no es suficiente, por ejemplo, saber que los niños y niñas están desnutridos, pues sus padres y demás familiares también pueden estarlo, y la separación puede conducir a un mayor sufrimiento.
Por su parte, el ICBF, autoridad central en Colombia para la protección y el bienestar de la niñez en el territorio, se ha encargado de atender a estos NNA y protegerlos en el marco de la ley. Sin embargo, la capacidad institucional de esta entidad se ha visto sobrepasada por la crisis humanitaria que vive Venezuela.
Los esfuerzos de las organizaciones religiosas, organizaciones no gubernamentales y otras organizaciones de la cooperación internacional ha sido vital para la atención de estos niños, niñas y adolescentes en necesidad de protección internacional. Pero las barreras y trabas burocráticas existentes para la correcta operación de estas organizaciones impiden que la atención a esta población se amplíe para apoyar al Estado en su respuesta. Los requerimientos deben flexibilizarse.
Otro tema es la necesidad de una mayor financiación que permita tener entornos amigables y atención psicosocial para los niños y niñas migrantes y sus familias. Asimismo, la atención debe involucrar la comunidad de acogida, en particular a la población en condición de vulnerabilidad, pero sobre todo a NNA no acompañados y/o separados de sus familias de nacionalidad colombiana para prevenir la xenofobia.
Además, es vital la atención psicosocial que se les brinde a la niñez migrante en todos los procesos de restablecimiento de derechos, así como garantizar su acceso a los servicios de educación y salud. Se debe igualmente fortalecer el sistema de protección considerando las especificidades de cada caso y respetando el interés superior del niño y su derecho de participación en la construcción de programas de protección del Estado y de la Sociedad civil.
Que sea esta la oportunidad para mejorar la atención de NNA migrantes y del ICBF de aprender sobre este fenómeno teniendo en cuenta también el contexto socio-económico del que vienen las familias venezolanas.
*Doctora en Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Colombia
Las opiniones de los columnistas en este espacio son responsabilidad estricta de sus autores y no representan necesariamente la posición editorial de PROYECTO MIGRACIÓN VENEZUELA.
Los derechos de la niñez migrante y refugiada han de ser una prioridad hoy y siempre.
La Universidad Johns Hopkins y la Corporación Red Somos, con el apoyo del Ministerio de Salud de Colombia y Onusida, abordó la situación de salud de la población venezolana migrante en el país.