Colombia no está preparada para una guerra convencional y los costos de una serían demasiado altos. | Por: BANSHOU / PIXABAY
Durante la presidencia de Juan Manuel Santos nunca se contempló participar de una intervención militar en Venezuela, pero con el cambio de gobierno, llegar a esa posición no fue tan sencillo. Tras unos días de la posesión de Iván Duque, el nuevo canciller de Colombia, Carlos Holmes Trujillo, aseguró que el país estaba buscando trabajar con la coalición democrática internacional para afrontar el tema Venezuela de forma coordinada. Pero un mes después, dijo que “la Casa Blanca y el presidente han dicho en varias ocasiones que todas las opciones están sobre la mesa”.
El embajador de Colombia en Estados Unidos, Francisco Santos, replicó el mensaje del Canciller. Mientras tanto, el expresidente y líder del partido del gobierno, Álvaro Uribe también salió a opinar sobre el tema y les hizo un llamado a los soldados a rebelarse en contra de Maduro.
Con ellos ya son varias las voces del gobierno, o cercanas a él, que se han referido a la posibilidad de intervenir Venezuela. Duque, durante los primeros meses de su gobierno, se limitó a decir que en Colombia “no tenemos un discurso belicista”. Fue hasta finales de octubre, en su gira por Europa, que negó contundentemente la posibilidad de intervenir Venezuela. Para la politóloga e internacionalista, Laura Gil, estas declaraciones dejan ver la falta de experiencia del gobierno. “Todo el mundo trata de gobernar, es como estar en manos de la falta de experticia”, dijo.
El tema ha vuelto a polarizar al país, como es costumbre. Pero más allá de las declaraciones, la realidad muestra que Colombia no está en capacidad de intervenir militarmente en Venezuela.
Estas son las razones:
El sistema de defensa colombiano es más débil que el venezolano
Los especialistas en temas de defensa coinciden en que Colombia no está preparada para afrontar una guerra en sentido convencional. Las fuerzas armadas colombianas están acostumbradas a combatir el conflicto interno del país, pero no están lo suficientemente armadas como para enfrentar a enemigos externos. Venezuela, por el contrario, tiene una gran capacidad armamentista que ha adquirido de China y Rusia a lo largo de su historia.
El Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS) -el tanque de pensamiento sobre defensa más importante a nivel mundial- estableció que las compras de armas en Venezuela se han reducido en un 90% entre 2013 y 2016, de acuerdo con su más reciente balance militar publicado en enero de este año. A pesar de esto, Venezuela aún tiene uno de los sistemas aéreos y de defensa aérea más capaces de la región.
«Venezuela ha desarrollado unas fuerzas militares que son muy convencionales. Tienen 192 tanques, por lo menos 30 aviones de combate cazabombarderos, y casi 30 helicópteros de combate para movilización rápida».
VÍCTOR MIJARES
Politólogo experto en temas de defensa
y profesor de la Universidadde Los Andes.
En el mismo documento del IISS se explica que, desde que se firmó el acuerdo de paz con las FARC, Colombia cambió su objetivo militar. Las fuerzas militares colombianas pasaron de combatir las contrainsurgencias, a ser una “fuerza multimisiones”. En pocas palabras, esto quiere decir que el Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea deben hacerle frente a todos los desafíos de seguridad que se presenten en el territorio.
Pero ese propósito no se logra de repente, y para cumplirlo se establecieron tres fases que van hasta 2030. El país está ahora en la segunda fase que implica fortalecer las capacidades operacionales. Esto explica por qué el presupuesto nacional de defensa militar aumentó $1.1 billones, y por qué la Armada Nacional y la Fuerza Aérea han recibido nuevos equipos en los últimos años.
Colombia recibiría el impacto de la intervención en distintos niveles
Con o sin intervención, Colombia ya está recibiendo el impacto social de la crisis que atraviesa Venezuela. Pero en caso de llevarse a cabo esta idea la migración de venezolanos hacia nuestro país aumentaría significativamente. “Los efectos sobre Colombia van a ser inmediatos, pase lo que pase. Colombia se ha convertido en el corredor natural para los venezolanos”, afirma Mijares.
A Colombia han entrado más de un millón de venezolanos, según el último informe de Migración Colombia (30 de septiembre, 2018). © ESTEBAN VEGA | SEMANA
A nivel político, una intervención minaría las posibilidades de generar un consenso en la región que permitiría una posible transición del régimen de Nicolás Maduro.
En cuanto al gasto económico, una guerra con Venezuela no duraría mucho, pero sí sería costosa.“Sin dudas, una guerra siempre generará pérdidas. Se tiene una hipótesis de que una guerra bilateral entre Colombia y Venezuela duraría tres días, y sólo ahí se iría todo el presupuesto de defensa”, recalca César Augusto Niño, experto en relaciones internacionales y profesor de la Universidad Sergio Arboleda.
Los efectos a largo plazo en Venezuela empeorarían la situación del país
La historia ha demostrado que una intervención militar genera grandes pérdidas humanas y violaciones a los derechos humanos que, en la mayoría de los casos, le resta efectividad al objetivo de mejorar la situación en el país intervenido.
Este es el caso de la última intervención militar directa de Estados Unidos. El 20 de diciembre de 1989 este país invadió Panamá en “defensa de la democracia, los derechos humanos, combatir el narcotráfico y detener al presidente panameño de esa época, Manuel Antonio Noriega” en lo que se conoció después como la ‘Operación Causa Justa’. La iglesia católica de este país estima que el saldo de la operación fue:
Otras vías para explorar
Si lo que se busca es presionar a Nicolás Maduro para que salga
del poder, aún no se han agotado todas las vías diplomáticas.
Por un lado están las acciones jurídicas como la demanda que presentaron Colombia y otros cinco países ante la Corte Penal Internacional contra Venezuela por la violación reiterada de los derechos humanos. El inconveniente de esta vía es que suele tardar mucho tiempo en hacer efecto y sus probabilidades de éxito son muy bajas.
Entonces, ¿para qué acudir a la CPI? Para Víctor Mijares,“esta es más una medida de presión política y un mensaje a las fuerzas civiles, pero sobre todo a los militares venezolanos para que tomen la iniciativa estratégica de derrocar internamente al régimen”.
Por otro lado, existen sanciones económicas que también podrían ser efectivas para presionar al gobierno venezolano. Laura Gil menciona la opción de debilitar al régimen al impedir que petróleo y explica que el gobierno de Maduro aún no se ve afectado porque las sanciones de Estados Unidos no han sido radicales. El gobierno norteamericano ha confiscado algunos aviones o cuentas bancarias, pero continúa comprando el petróleo de Venezuela. “Las sanciones de Estados Unidos son absolutamente marginales; les duelen a la gente, pero no al régimen en sí”, opina.
Pero más allá de pensar en las acciones necesarias para que caiga el gobierno, es más importante definir lo que se hará una vez esto suceda pues varios especialistas advierten que solo es cuestión de tiempo. “Todos quieren que caiga el régimen, pero nadie está pensando qué vamos a hacer al otro día. Me parece que eso es parte de un proyecto, de ir pensando y de ir trabajando juntos en la región para decir cómo vamos a asumir los costos de ayudar a Venezuela”, agrega Gil.
El programa Empropaz ha apoyado a más de 176.000 personas de 92 municipios, en 17 departamentos, afectados por la violencia y la pobreza, con gestión para el emprendimiento, fortalecimiento empresarial y finanzas productivas.