Un proyecto de:


Periodismo y migración



Por: Tulio Hernández
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Los medios de comunicación también tienen un gran reto y una gran responsabilidad en el tratamiento de los fenómenos migratorios.

Estos, con su capacidad para incidir en la opinión pública, pueden convertirse ya en un gran obstáculo y en grandes aliados de la integración de los inmigrantes en el país de acogida. Además, pueden acelera o frenar el surgimiento de brotes xenofóbicos. Todo depende de con cuánta responsabilidad y profesionalismo hagan el cubrimiento.

Por ejemplo, ya es un clásico en los estudios de comunicación recordar el nefasto papel que cumplieron los medios, especialmente la radio, en el dramático conflicto ruandés entre hutus y tutsis, que terminó en uno de los mayores genocidios ocurridos en la segunda mitad del siglo XX. La radio, en un acto de irresponsabilidad, se concluyó a posteriori; fue el gran detonante y catalizador del conflicto que estaba por estallar.

Desde entonces, el tema del cómo tratar informativamente los procesos migratorios por las relaciones entre ética y periodismo se ha convertido en objeto de preocupación de fundaciones y centro de estudios. Y casi en especialización.

Es el caso de una actividad que desarrolló Catholic Relief Services en Quito durante 2013, a propósito de brotes xenofóbicos surgidos en el norte de Ecuador como consecuencia del desplazamiento masivo de colombianos que huían del conflicto entre guerrilla, paramilitares y Ejército.

Del proceso de formación ha quedado como testimonio un texto titulado Comunicación para el diálogo intercultural en contexto de migración, xenofobia y trabajo fronterizo. Manual para periodistas.

En 2012, al otro lado del océano, la Unión de Periodistas Valencianos, en España, había publicado Diez propuestas contra el discurso xenófobo en los medios de comunicación.

Hay muchas experiencias. La mayoría coinciden en señalar más o menos cinco recomendaciones que deben guiar a los periodistas para cubrir la migración de manera responsable.

Uno, manejar correctamente las cifras. Esto es no prestarse a especulaciones que tiendan a crear sensación de caos ni hacerse eco de voceros que no tengan la autoridad para respaldar sus datos. 

Dos, darles siempre contexto a las informaciones de página roja. Por ejemplo, si se publica el número de emigrantes presos hay que compararlo con el número de locales en la misma condición y con los totales de población total del país receptor y de inmigrantes. Lo común es que sean porcentualmente equivalentes. 

Tres, pasar de periodismo de revelación al de explicación, como sugiere la periodista colombiana Ginna Morelo. No se trata solo de impactar al lector, sino de darle instrumentos conceptuales e informativos para entender el fenómeno. Se debe incluir la divulgación del número de convenios internacionales que protegen los derechos de los migrantes. Derechos que no importa de dónde provengan, porque el Estado y la sociedad receptora tienen que hacerlos cumplir.

Cuatro, darle contexto internacional al fenómeno. Ratificar siempre que se pueda que las migraciones son fenómenos comunes que han movido y mueven la humanidad. Recordar, para generar empatía, los desplazamientos vividos por los propios habitantes de la nación receptora. 

Cinco, ratificar y visibilizar desde la vida cotidiana los puntos de confluencia entre la cultura y la historia de ambos países. Hay que hacerlo sobre quienes emigran y reciben. En el caso de Colombia y Venezuela, depende de los giros de la rueda de la fortuna. Son roles que hemos intercambiado a lo largo de nuestra historia común. Viajeros de ida y vuelta sobre los 2.219 kilómetros de frontera común. 


 

*Sociólogo experto en cultura y comunicación y miembro de la Asociación Ávila Monserrate. Columnista de El Nacional. Consultor internacional en políticas culturales y ciudad. 


Las opiniones de los columnistas en este espacio son responsabilidad estricta de sus autores y no representan necesariamente la posición editorial de PROYECTO MIGRACIÓN VENEZUELA.


 






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